La alquimia imposible: eficiencia y clientelismo


 Hace once años, en una entrevista con el conocido periodista paraguayo Luis Bareiro, Horacio Cartes (HC) sintió que era necesario hacer una aclaración. Al encontrarse a puertas del paso más importante de su carrera política: su elección como presidente de la República, argumentó   que su ascenso político no se debía sólo a la billetera. No negó tener los recursos y estar dispuesto a utilizarlos, pero insistió en que no entró al Partido Colorado (ANR) para ser solamente financista, sino para liderar un “cambio de modelo”.

Cambio vs. Equilibrio

El cambio al que aludía el candidato era pasar de un modelo de partido clientelar, a un modelo que entendiese de eficiencia, y recogiese las prácticas del sector privado en cuanto a capacidad gerencial. Para que el Estado logre resultados concretos y así se justifique ante el electorado. Proponía, en resumen, ganar la legitimidad no por repartir dádivas, sino por mejorar las condiciones de vida de la gente.

La ANR hizo suyo ese discurso para superar la crisis en que había caído, marcada por las divisiones internas y la derrota electoral frente al exobispo Fernando Lugo, en 2008. Fue durante esos años de llanura que HC fue poco a poco rearmando la matriz política del partido. En su campaña HC insistió en que las raíces de la crisis y el hartazgo de la gente, incluidos los colorados, estaban en esa política clientelar de mira corta, expoliadora del erario. Un posicionamiento que, además, se cruzaba con la idea de salvar al Paraguay de un proyecto “progresista”, contagiado por el espíritu bolivariano de la época.

Después de la conspiración parlamentaria que sacó al presidente Fernando Lugo (2012) mediante un juicio político rápido e irregular, el proyecto eficientista y gerencial de Cartes asumió el poder. En un primer momento intentó proteger lo técnico-gerencial, rodeándose de un gabinete afín, pero su movida no tuvo la resonancia que se esperaba, pues más temprano que tarde, el “cartismo” se dio cuenta que la invitación a salvar a la ANR no era un cheque en blanco. Que estaba bien innovar parcialmente, pero que, al mismo tiempo, había que mantener el patronazgo, favoreciendo a los clanes e intereses de los leales. Desde entonces, la máxima ha sido más bien “equilibrar” y no “cambiar”.

 El cartismo aprendió, además, que el equilibrio era mucho más difícil de lo esperado, y que la dinámica del partido consistía en una constante puja por posiciones internas, que no podían soslayarse, pues siempre estaba la amenaza del movimiento interno opositor que se nutría del descontento generado por una fórmula de repartición imposible de cuadrar. HC cayó en cuenta que más que una ciencia, eso era un arte. Un aprendizaje que no generó los resultados esperados en el para las próximas elecciones. Perdió la interna para la selección de candidato a la presidencia en 2018, y tuvo que convivir con el ascenso de coloradismo añeteté (autentico, verdadero), hasta la caída de este ante el cartismo en 2023.

De esta historia queda una pregunta. ¿Qué le conviene más al partido de gobierno, dispensar las demandas clientelares de corto plazo, o cumplir con determinadas metas y reformas del Estado? La primera alternativa le asegura al partido la lealtad de un electorado disciplinado que vota para salvar su medio y modo de vida.  La segunda alternativa es menos precisa, pero puede significar un cambio en el apoyo social al partido. Mientras más y mejores resultados, más la ciudadanía vota y premia al hacedor de ese bienestar.

Es una pregunta que conduce a revelar una característica más general del actual régimen. Uno que tiene sus componentes neoliberales (eficientista, focalizado, pro-clima de negocio, de presión tributaria baja, y celoso de la estabilidad macroeconómica, entre otros) y clientelista (partido de patronazgo, distribución de poder a clanes y territorios, dispensa de apoyos y ayudas puntuales a través de los órganos locales del partido, etc.).

El neoliberalismo clientelar y sus interrogantes

Para ambos polos del actual régimen neoliberal clientelar, hay un factor imprescindible, la capacidad de financiamiento del Estado. Es la clave para la entrega de servicios y la generación de empleo y oportunidades varias. Por eso, la administración del presidente Santiago Peña ha estado muy focalizada en ese aspecto.  Desde un principio, la constante ha sido el saneamiento de las finanzas públicas y la atracción de la inversión extranjera.

El problema es que el balance no es del todo claro. Hay aspectos positivos y negativos. Se habla de un aumento de 200 millones de dólares adicionales para gastos sociales de la binacional de Itaipú, pero al mismo tiempo se admite que los mismos se reducirán de manera significativa a partir de 2027. Otro “éxito” ha sido el aumento en la recaudación tributaria (35% más de ingreso en abril de 2024, comparado con abril del 2023), pero los especialistas argumentan que eso se debe sobre todo al crecimiento económico, no a la eficacia en la gestión. También han conseguido un préstamo de 400 millones del FMI que ayuda, pero al mismo tiempo abulta la deuda.   

El gobierno anotó un punto con la apertura del mercado de Canadá a la carne paraguaya. Hay que ver si eso tiene efecto en los EE. UU. Se mantiene una proyección de la inflación general en 2,8%, el déficit fiscal debiera bajar a 2,6% del PIB, comparado con el 4,1% del 2023. De hecho, el FMI proyecta la economía paraguaya como la de mayor crecimiento en 2024, en la región

Estamos, por otro lado, en un escenario de profunda desconfianza y no sin razón. La duda es si lo que se plantea a nivel estratégico, se traduce en el nivel operativo. Por ejemplo, no es mala idea pasar la administración de la política social a una entidad cuyo nombre es Ministerio de Desarrollo Social. Que Hambre Cero, las pensiones no contributivas y otros programas sociales se centralicen en esa instancia parece lógico. En vez de tener la dispersión y un gabinete supuestamente coordinador, como era el caso del gobierno anterior. Pero ¿es capaz el MDS de asumir esa tarea? ¿Hasta qué punto no se usarán esas atribuciones para filtrar clientes del partido?

El tema de los gastos sociales de Itaipú es quizás lo más preocupante. ¿Qué tan transparente será la transparencia?, sobre todo considerando que, al no pasar esos fondos al presupuesto general de la nación, el control se hace mucho más difícil. En un escenario en que se avecinan las próximas elecciones municipales de 2026 y poco a poco empiezan a manifestarse los descontentos en el interior del partido colorado y del propio movimiento HC, ¿cuánta fuerza de gravedad tendrá el polo clientelar del régimen?

El desafío del equilibrio de un régimen bicéfalo

En el plano más político, el arte de mediar sigue vigente. El descontento generado por la salida del viceministro de salud, Miguel Olmedo, fue un momento peculiar y una muestra del delicado equilibrio de las presiones. El presidente Santiago Peña favoreció la propuesta de Teresa Barán de cambiar al viceministro, y este alzó la voz junto a HC. Por unos días el Departamento de Cordillera parecía envuelto en una turbulencia política. Sin embargo, las cosas volvieron al orden.

La cuestión es que este tipo de idas y venidas están afectando la vida interna del partido a varios niveles. Desde la crítica a Lea Giménez por cerrarle el paso a “los políticos” que quieren influenciar a los miembros del gabinete, hasta la visita a HC del intendente de Lambaré, Guido González, junto a la diputada Jazmín Narváez, para pedirle mayor celeridad en las obras a realizarse en su distrito, puenteando a la ministra de Obras Públicas y Comunicaciones, Claudia Centurión.

No obstante, hasta ahora, la tensión no ha generado una grieta en la estructura bicéfala del régimen. HC y Santiago Peña siguen coordinados. HC ha dado pautas muy favorables para el presidente, llamando a la unidad y la cordura en el partido. Para quien pudiese dudar, está esa escena del día del desfile por la fecha patria, cuando el presidente se baja del auto, cruza los presidentes de los poderes, a su gabinete y al alto mando militar y se concentra en saludar efusivamente al presidente del partido. Un abrazo de agradecimiento, sin duda.

Dónde la bicefalia quizás sea más difícil de cuadrar es en la parte de las relaciones exteriores. Sobre todo, porque ese es un escenario en el que HC tiene mucho menos protagonismo, y porque algunos de los problemas que se enfrentan tienen relación con la caracterización que ha hecho el gobierno de Estados Unidos del propio HC. Nos referimos, por ejemplo, a lo acordado por el gobierno con los EE. UU. en todo lo referente al combate al narcotráfico, tráfico de armas, de personas y hasta del terrorismo. El presidente y la cancillería nunca han puesto tapujos a la hora de cooperar, comprometiéndose a compartir información e investigación con el FBI, Argentina y Brasil en temas transnacionales vinculados al narcotráfico, tráfico de armas y personas, y el terrorismo.

El problema de la seguridad y el combate al crimen organizado es un factor que el Gobierno está muy consciente puede ser un asunto de vida o muerte para el país. Sus órganos, llámense policía, Fuerza de Tarea Conjunta, sistema penitenciario, Comando de Operaciones de Defensa Interna, no pueden con el desborde del crimen organizado. La simple asimetría que existe entre el poder de fuego del crimen frente a los órganos de seguridad nos da la pauta que si en algún momento ese crimen organizado, en vez de desbordarse, asume una posición de rebeldía contra el Estado, el daño podría ser muy profundo, con ecos de lo sucedido en Ecuador.  Si se quiere atraer la tan ansiada “inversión extranjera” ese es un combate ineludible, quizás no para erradicarlo del todo, pero si para mantenerlo bajo control, acotado, recluido y en disminución.

De hecho, un aspecto importante del discurso sobre la inversión extranjera también incide en las tensiones políticas a nivel del partido de gobierno. Hemos visto como se ha venido tomando distancia de aquel discurso fundamentalista en contra del “proyecto globalista” del Norte, el Foro Económico Davos y otros. El decreto 1451 sobre el sistema de trazabilidad agropecuaria, derivado del reglamento 1115 de la Unión Europea, tuvo el mismo efecto de sorpresa que tuvo la rehabilitación del Convenio con la Unión Europea sobre la transformación educativa. Ante la necesidad de no perder s o la perspectiva de ganar mercados más bien, la administración asumió el riesgo de contrariar a los lobbies nacionales más radicales y se ha embarcado en una mesa de negociación con la intención de limar las asperezas. Ello no obsta que otras voces como las del senador Gustavo Leite y el diputado Raúl Latorre van a Hungría a la conferencia de los conservadores a nivel global y se unen al aquelarre anti-unión europea, antiinmigrante, con abrazos y sonrisas al lado de personajes de la ultraderecha mundial. En ese sentido, la administración Peña se ha desmarcado de algunos de los excesos de esa ultraderecha, cuando protege la libertad de prensa y no hace declaraciones rimbombantes sobre la amenaza de las ONGs, aunque el ala más radical de Honor Colorado tiene proyectos de ley que cercenan los espacios de la sociedad civil (ley de control de las ONGs) y la libertad de prensa.

La experiencia de la negociación con Brasil ha sido un hito en el proceso de ganar confianza para la administración del presidente Santiago Peña. En términos comparativos con lo que fue la negociación durante el gobierno de Mario Abdo Benítez, esta vuelta había motivo para publicitarlo como un éxito. Los integrantes de su equipo fueron bastante claros en su referencia al presidente como líder de equipo y eso se notó. Ahora corren tanto en la oposición interna de la ANR, como en la oposición a secas, posicionamientos que pueden resumirse como con Peña sí, con Cartes no. Celeste Amarilla, en la exitosa reunión del nuevo movimiento Nuevo Liberalismo (término prestado del liberalismo colombiano suponemos), en Caacupé, se esmeró en aclarar que el “cáncer” no era Peña, sino Cartes.  

¿Del neoliberalismo clientelar al neoautoritarismo?

El gran desafío es navegar estos cuatro años manejando la tensión del régimen neoliberal y clientelar, manteniendo las carpas de los colorados en paz, pero sin dejar de mover esos indicadores y variables para seguir ganando elecciones. Para HC, la fórmula simple del éxito siempre ha sido “hacer bien las cosas”. Es una frase que repite con frecuencia. Tiene razón. El tema nomás es que no confunda partido con sociedad o partido con nación. Él es muy afecto a decir que si le va bien a la ANR le va bien al país. Hasta cierto punto. No se puede olvidar que Santiago Peña ganó por mayoría relativa (42,7%), y que lo votó el 27% del electorado nacional, si tomamos en cuenta el total de los empadronados

Hay un mundo y hay problemas que muchas veces transcurren en los subsuelos, no se los ve, pero, como en el caso de los volcanes, de repente brota la lava. Existen estructuras que están desvencijadas. La estabilidad macroeconómica sigue, pero el endeudamiento externo ha crecido vertiginosamente, y en dólares, lo que genera problemas cuando la moneda americana sube. La inflación general es de 2,6%, pero la inflación en el rubro de alimentos supera los 6% y lleva largo tiempo afectando el bolsillo de las clases medias y bajas.

De hecho, ese partido colorado glorioso, muchas veces se asemeja a la “casta” de Milei. Es un personal que tiene empleos formales, se conecta con las licitaciones y los contratos, ubicando a sus clanes. Viven una seguridad que contrasta con la vida del informal o el cuentapropista. No debemos olvidar que el modelo neoliberal clientelar tiene sus limitaciones. Por un lado, quiere generar prosperidad manteniendo un Estado relativamente pequeño, pero, por el otro, necesita constantemente expandir su base clientelar recurriendo a la repartición de recursos públicos.  Para más, es una clientela que no se contenta con pequeñas prebendas, sino que muchas veces cae en la corrupción y la permeabilidad ante el crimen organizado y a partir de ahí gana mayor influencia en la política. Esto succiona los pocos recursos que existen y le crean al Estado una doble constricción, Por un lado, la estrechez propia de un régimen con baja presión tributaria y escaza capacidad de inversión pública, y, por el otro, una sangría de esos recursos.

 Ante tales contradicciones, el régimen se vuelve muy débil frente a la crítica. Lo peligroso es que, si se siente amenazado, en cualquier frente, puede muy bien recurrir al neoautoritarismo. Abusando de las mayorías parlamentarias, haciendo piruetas con el derecho y lanzando los perros del “lawfare” a quien quiera anteponerse. Hay un nuevo miedo en Paraguay, distinto al que se tenía en la época de la dictadura, pero real.

 Por el momento las voces alternativas están muy debilitadas. Se está notando un proceso de recomposición de las alternativas políticas, aunque de manera dispersa. Caacupé ha sido punto de reunión de líderes de la oposición, y del Nuevo Liberalismo. Miguel Prieto ha salido a la palestra anunciando una posible candidatura a la presidencia en 2028. Sol Núñez prepara el terreno para una candidatura la intendencia de Asunción. Hay todo un reacomodo de piezas que puede llegar a cuajar en algo significativo.

Mientras esto va sucediendo, el régimen puede llegar, todavía, a tomar conciencia de que el contexto nacional e internacional no da para dejar que el polo de gravedad clientelar le gane la partida al polo de la eficiencia y los resultados. Hay un paso en la modernización neoliberal que el régimen tiene que tomar, alineando a los actores en su interna y dejando que las instituciones de la república funcionen. Esto no va a generar el Estado social de derecho que propugna la Constitución Nacional, pero ayudaría a mover la rendición de cuentas de la casta a la ciudadanía.  

Publicado en Economia y Socidedad Num 81, CADEP

 

 

 

 



[1] Politólogo. Asesor académico y docente FLACSO -Paraguay. Consultor independiente. Ex director regional para América Latina y el Caribe del Fondo de Población de la ONU. Columnista Ultima Hora y Latinoamerica21. Ex convencional constituyente de la República de Paraguay,

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La política exterior

Conflicto y contradicción en la ANR

Análisis crítico del discurso de Martin Burt, precandidato a la presidencia