Conflicto y contradicción en la ANR
Después de las elecciones generales de abril
2023, el Partido Colorado asentó su predominio. Mayorías absolutas en ambas
cámaras del congreso. Control del ámbito jurisdiccional. Ofreciendo al Ejecutivo
una tramitación legislativa expeditiva, sin debate. Mientras tanto, al interior
del partido se instalaba el cartismo[1],
disciplinando y cooptando a sus dirigencias y liderazgos. Afectando el
pluralismo interno y la posibilidad de que en las bancadas del partido hubiera
voces disidentes que pusiesen en entredicho los posicionamientos oficiales a la
hora de votar proyectos de ley importantes.
Podríamos caracterizar este fenómeno como una
transición. De un sistema de “partido predominante” (Sartori), donde un partido es capaz de ganar
elecciones de manera consistente, a un sistema de “parrido hegemónico”, donde un
partido no sólo tiene un dominio electoral, sino que también controla y dirige
la estructura del sistema político. El cartismo representaría así, la
consolidación de esta transición al poder hegemónico.
Desde la inauguración del gobierno de Santiago
Peña hasta mediados de este año 2024, el cartismo ha visto su proyecto
hegemónico avanzar, para beneficio del bloque en el poder. Sin embargo, en
2024, las contradicciones han comenzado a emerger. En la segunda mitad del año la complejidad de la gobernanza partidaria se
ha manifestado con mayor intensidad. La pregunta es cómo y por qué surgen estas
contradicciones.
Para contestar es pregunta, podemos concebir la
dinámica partidaria como un campo de “fuerzas centrífugas”, que alejan a las
partes del cartismo, y “fuerzas centrípetas” que atraen a las partes hacia el
cartismo. Alimentando este vaivén están las elecciones municipales de 2026 y el
clientelismo. En el primer caso vemos concejales
departamentales, presidentes de seccional, e intendentes acercarse al cartismo
buscando su amparo y apoyo. Este último intenta satisfacer las expectativas, accediendo
a los pedidos o proponiendo concordia, pero inevitablemente, surgen ganadores y
perdedores. Y los perdedores a veces se alejan, buscando alternativas. Algo
similar ocurre con el manejo de los recursos del Estado. Las bases partidarias
aprovechan la coyuntura electoral para negociar entradas al Estado. Piden
empleo, participación en concesiones, ejecución de obras, etc. El problema
eterno es que esta es una ambición que no tiene fondo en el partido y por ende,
también, siempre habrá perdedores y ganadores.
Otra grieta que se abre en el partido tiene que
ver con el proceso de autocratización que ha caracterizado al cartismo. Esa
forma de ejercer el poder genera una dinámica “cortesana”. Divide a quienes pueden
acceder al caudillo de los que no. Como consecuencia se dan los desencantos. Así, caudillos de segunda línea comienzan a
apartarse. Tras ellos, se ven afectadas ciertas redes departamentales o
regionales, ciertos clanes, y se empieza a cuestionar la validez del esquema
imperante. Hay regiones o departamentos en las que estas desavenencias pueden
ser muy peligrosas para el partido. Alto Paraná, Central, Itapúa, por nombrar
algunos.
Este saldo de ganadores de perdedores se
complica aún más con la emergencia de liderazgos alternativos dentro del
partido . El cartismo querría que el aparato estuviese compuesto de hombres con
corbata roja y pañuelo al cuello, obedientes y leales. Sin embargo, con el
retorno del abdismo[2], y
la emergencia de distintas alternativas dentro de las llamadas “disidencias”,
el partido le ha puesto un obstáculo al cartismo. El control, cooptación y disciplinamiento
de la ANR no ha sido tan fácil después de todo.
Está por
verse si esta recuperación de las disidencias en el partido tenga un efecto
positivo para la sociedad política en su conjunto. Por el momento están dándose
señales interesantes entre los voceros del “abdismo”. Se aprecia un discurso sobre
la necesidad de revertir el retroceso democrático, con mayor respeto a la
separación de poderes, a los órganos autónomos y organizaciones de la sociedad
civil, pero tampoco se puede desechar la idea de que todo forma parte de una
ilusión política, con el fin de mantener el mismo modelo.
[1] Seguidores de Horacio Cartes,
expresidente de 2013 a 2018. Movimiento interno del Partido Colorado llamado Honor
Colorado.
[2] Seguidores de Mario Abdo Benítez, líder
del movimiento Fuerza Republicana o Añetete-
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