La pobreza
El primer objetivo de desarrollo sostenible
(ODS) es el “fin de la pobreza”. Es considerado el más importante de los 16
ODS, por su impacto en otros aspectos del bienestar, desde la seguridad
alimentaria hasta la finalización de la educación secundaria. Dejar la pobreza
es ganar en dignidad y en libertad. Las nuevas estadísticas dadas a conocer por
el Instituto Nacional de Estadísticas sobre el porcentaje de la población que
vive en pobreza son, sin duda, una buena noticia, pero no debemos perder de
vista ciertas consideraciones.
Las mediciones de pobreza monetaria se hacen a
partir de una línea nacional de pobreza, establecida de acuerdo con una
estimación del costo de una canasta básica de alimentos en el caso de la
pobreza extrema, y de una canasta básica de alimentos y otros insumos
considerados básicos en el caso de la pobreza total. Esa línea siempre va a ser
algo artificial. De acuerdo con el INE uno es pobre urbano cuando tiene un
ingreso al mes equivalente a menos de Gs. 853.778 (US $ 118). Si logra un
ingreso de Gs. 920.000, técnicamente hablando, deja de ser pobre. En el caso de
la zona rural, deja de ser pobre si logra un ingreso mensual mayor a Gs.
618.789 (US$ 85).
No obstante, esta línea de demarcación
relativamente artificial es un indicador necesario y utilizado universalmente,
aunque con valores diferentes en cada país y año. En 2016, la línea nacional de
pobreza en Estados Unidos, para una persona era aproximadamente US $12.000 al
año o mil dólares al mes. En 2021, en Chile, la línea de pobreza era
equivalente a unos US $180 al mes. No se puede criticar su uso, pero sí
conviene mantenerlo en perspectiva.
Hay dos consideraciones importantes. Una es la
potencial volatibilidad del crecimiento y la otra es la vulnerabilidad. En el
caso de la primera, recordemos que una de las características de la economía
del Paraguay es su dependencia en el mercado de productos agropecuarios
primarios cuyos precios tienen grandes variaciones y en el clima cambiante, que
afecta esa producción. Estos no son los únicos dinamizadores de la economía,
pero si tienen un efecto arrastre recurrente. Ello hace que la ocupación de la
fuerza de trabajo pueda generar mejores ingresos un año y peores ingresos otro
año. El año 2023 fue un año relativamente bueno, la ocupación mejoró y los
ingresos mejoraron. Hay que ver, por lo tanto, si la tendencia se mantiene. En
ese sentido es mejor esperar el fin de un período para atribuirle el logro a un
gobierno específico.
Por otro lado, esta salida de la pobreza de algunos
no significa, necesariamente, permanencia en la franja de los “no pobres”. Las
salidas de la pobreza pueden llegar a ser coyunturales y, además, llevan no a
una condición de “nueva clase media”, sino a una situación de “vulnerabilidad”. La persona puede estar por encima de la línea
de pobreza, pero no deja atrás del todo la pobreza. Vive en una constante
zozobra ante la posibilidad de ser arrastrado hacia abajo de vuelta. Es la vida
del “vulnerable”. Todo va mejor hasta que sobreviene una enfermedad grave,
catastrófica, con consecuencias para el bolsillo. Los vulnerables son aquellos
que quizás estén ganando Gs. 1.280.000 al mes o el sueldo mínimo si tienen
suerte, en un empleo informal, sin seguridad social de ningún tipo.
El contingente de gente que vive debajo de la
línea de pobreza, sumado a ese más amplio segmento de gente que sobrevive en
una situación de vulnerabilidad, nos darían una mejor representación de la
realidad social del país. Se requiere una medición más compleja, pero afortunadamente,
el INE mantiene su credibilidad y sería bueno que genere una información al
respecto. La Encuesta Permanente de Hogares Continua es, por otro lado, uno de
los instrumentos estadísticos más importantes del país y podría servir de base
para precisar ese constructo.
Publicado en Ultima Hota 31 de marzo 2024
Imagen: Pawel Kuczynski
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