Análisis crítico del discurso de Martin Burt, precandidato a la presidencia

El precandidato a la presidencia Martin Burt se une al grupo de los precandidatos que planean competir en las primarias de la Concertación en diciembre del 2022. Se identifica como liberal y reivindica su legado como miembro de una familia que ha sido protagonista de la historia de dicha nucleación política. El escenario previsto por Martin Burt era el de competir en una primaria del Partido Liberal Radical Auténtico y ser electo candidato oficial del partido para competir en las elecciones nacionales de abril de 2023. Sin embargo, con la formación de la Concertación, las circunstancias han cambiado, aunque su discurso sigue siendo en esencia el mismo.

Martin Burt, al igual que los otros precandidatos, ha dado múltiples entrevistas y participado en varios paneles, de manera que el seguimiento de su discurso en los medios tradicionales y en las redes sociales nos provee un caudal importante de material a partir del cual podemos sacar algunas conclusiones respecto a su narrativa acerca de los problemas del país y su visión de cómo deberían ser las cosas, así como sus principales argumentos sobre lo que hay que hacer para superar los problemas. Aparte, dicho precandidato ya ha presentado un Plan de Gobierno, que subtitula “aportes para la Concertación”, y tiene en su haber una publicación a la que constantemente hace referencia llamada “¿Quién es dueño de la pobreza?”.

El núcleo del mensaje de Martin Burt gira en torno al tema del sustento. ¿Cómo hacer para que la gente logre su sustento económico, considerando al individuo y su entorno familiar? El mismo se ubica fuertemente en la línea del emprendedurismo y los planes de microfinanciamiento para iniciativas de cuentapropistas, sobre todo mujeres y jóvenes.  Dicho enfoque le viene de su larga experiencia en la Fundación Paraguaya para el Desarrollo, que introdujo esos programas en el país en la década de los 80. El mismo Martin Burt hace referencia al famoso impulsor del Grameen Bank, el profesor Muhammad Yunus, premio nobel de economía, a quién se lo reconoce como el padre fundador del financiamiento de microemprendimientos, mediante un “banco para pobres”.

Sin embargo, también se ve en el precandidato una relación muy fuerte con el pensamiento del conocido economista peruano Hernando de Soto, que con su obra El Otro Sendero ponía el acento en facilitar el emprendimiento de los pobres, quitándole trabas burocráticas a la creación de microempresas, permitiéndoles crear sus propios modos de operar, aprovechando espacios de oportunidades, tales como el micro transporte, por ejemplo. Además, existe en Martin Burt una fuerte inclinación por reforzar la idea del empoderamiento a través del acceso a la propiedad. Así como Hernando de Soto reivindicaba mucho el proceso de titulación de los terrenos y construcciones en los asentamientos informales en torno a la ciudad de Lima, Martin Burt insiste mucho en la “titulación masiva” de los terrenos de los asentamientos informales en áreas urbanas y suburbanas. Con ello, se adhiere a la tesis de que al ser titular de una propiedad la gente cuida, invierte y mejora su patrimonio.

Obviamente, al ser tributario de esas dos formas de pensamiento, Martin Burt tiene una inherente sospecha respecto a las soluciones que provienen del Gobierno o del Estado. Sus reflexiones sobre la reforma del Estado siempre apuntan, por un lado, a una racionalización que busca integrar ministerios y programas. Por otro lado, de manera reiterada habla de un proceso de elaboración de políticas públicas basadas en las demandas de “familias y comunidades” empoderadas que saben mejor que el Gobierno “adonde le aprieta el zapato”. El reclamo reiterado de Martin Burt es que el gobierno debería aprender a escuchar esas demandas y facilitarle a las familias y las comunidades la solución de los problemas que ellos han identificado como prioritarios, en vez de llegar a los territorios con soluciones preconcebidas en los despachos de los ministerios. Todo esto va acompañado de una fuerte apuesta a mayor protagonismo del “tercer sector” y del sector privado, en el marco de alianzas público-privadas. Se vislumbra claramente en el precandidato una preferencia por la idea de un Estado facilitador de las iniciativas de las propias comunidades, asociadas al tercer sector y el sector privado, que un Estado con políticas públicas diseñadas y ejecutadas por el aparato estatal.

Según Martin Burt, en el Paraguay no se deberían pensar las intervenciones del Estado desde una perspectiva poblacional, considerando las demandas de una población de 7 millones, sino más bien privilegiar un enfoque que parta de las necesidades y demandas específicas que cada una de las 1.8 millones de familias tienen. En su libro “¿Quién es dueño de la pobreza?” él abona las bases conceptuales del llamado “semáforo”, una herramienta mediante el cual “una familia” hace un autodiagnóstico de cómo salir de la pobreza o cómo mejorar su calidad de vida. Con un simple esquema, que utiliza el llenado de una matriz en base a determinadas categorías, cada “familia” identifica qué específicamente necesita para superar sus desafíos y a partir de eso desarrollan un plan. El argumento es que en base a ese autodiagnóstico las familias deberían buscar las soluciones, en algunos casos sería requiriendo servicios públicos, en otros desarrollando emprendimientos, y en casi todos los casos, activando una búsqueda de oportunidades de educación y capacitación. En el discurso de Martin Burt, la formación o capacitación para el emprendimiento o para el trabajo en general encuentra un lugar privilegiado, por ser consustancial a su idea de que lo más importante es mejorar la capacidad de agencia de los núcleos familiares.

El precandidato habla de “familias” en plural, nunca especifica si hay un modelo específico de familia. Probablemente sus silencios buscan evitar entrar en las controversias respecto a la familia biparental heterosexual en comparación con otros tipos de familia. Su única especificación es la de aclarar que incluye a la familia monoparental encabezada por una mujer. Con frecuencia hace la reflexión sobre las familias con jefatura femenina. Pero, más allá de eso no hay precisiones.

En este punto hay una intersección con ausencias que llaman la atención en su discurso. Ausencias que pueden reflejar un posicionamiento conservador en el tema familia o por lo menos una estrategia de campaña que busca congraciarse con los sectores conservadores. Por ejemplo, en su Plan de Gobierno, la palabra “genero” no aparece ninguna vez. También es llamativo que, si bien habla del respeto a los derechos humanos en ese Plan, no menciona en el texto el “derecho a la salud” o el “derecho a la educación”. Le da importancia al acceso universal a la educación y a la salud, pero no los aborda desde un enfoque de derechos.

Nos ha llamado la atención en el Plan de Gobierno una propuesta sobre el crecimiento poblacional. El Plan habla de “articular esfuerzos públicos y privados para el crecimiento poblacional planificado y por regiones”. Hace tiempo que las políticas de población han adoptado un enfoque de derechos, entendiendo que las decisiones sobre si tener hijos, cuántos tener y cuan espaciados les corresponden a las mujeres y que no se pueden tener políticas de población con metas de crecimiento o de limitación que sean decididas por el Estado o las alianzas pública y privadas.

Por otro lado, su insistencia en la existencia de un sujeto “familia”, lo lleva a invisibilizar las tensiones, violencias y relaciones de poder que pueden existir dentro de la familia. Tiene una visión unidimensional de la familia, siempre buena, nunca tirante. Con la tendencia a desacreditar la noción de los niños y adolescentes como sujetos de derechos. En una de las entrevistas analizadas llega a decir algo que ilustra muy claramente los riesgos de su discurso sobre la familia como unidad de base para el diseño de las políticas públicas. Al explicar porque no se debería pensar en la población de 7 millones, sino en las 1.8 millones de familias, dijo “porque la niña de 7 años no es número, está pegada a la mamá”.  Esa misma postura también lo lleva a plantear la creación de un Ministerio de la Familia en el que estén subsumidos los sectores de niñez y mujer. Esta propuesta es típica de los gobiernos conservadores de la región de América Latina, Una institucionalidad que colisiona con posicionamientos ligados al movimiento de mujeres y el movimiento de derechos de los niños y adolescentes.  

Una de las preguntas que queda pendiente es ¿por qué el precandidato no usa el concepto de “hogares”. Las estadísticas a nivel global usan el término hogar para el diseño de las políticas públicas. Por ejemplo, una de las encuestas centrales del sistema estadístico paraguayo son las Encuestas Permanentes de Hogares. Hay una similitud muy grande con el concepto de “familia”, pero el concepto de “hogar” se usa más frecuentemente porque abarca una variedad más amplia, e incluye la noción más genérica de un “grupo pequeño de personas que comparten la misma vivienda, parte o todos sus ingresos y riquezas, y que consumen ciertos tipos de bienes y servicios de forma colectiva”.  

Con respecto a la medición de la situación de los sectores en situación de vulnerabilidad, las propuestas de Martin Burt llaman la atención por su razonamiento dicotómico al enfatizar el uso del semáforo para el autodiagnóstico en contraposición al uso de las estadísticas nacionales, que califica como las estadísticas “del Gobierno”. Si bien la idea de desarrollar el plan en base a un autodiagnóstico favorece el proceso de toma de conciencia de “las familias” y fortalece la noción del desarrollo de la capacidad de agencia de los sectores en situación de vulnerabilidad, no es necesario plantearlo como una dicotomía entre “las estadísticas del Gobierno” y los resultados del autodiagnóstico impulsado por la metodología del semáforo. El semáforo puede tener una utilidad más de tipo programática, con fines más específicos. Puede crear conciencia y capacidad de agencia en los sectores vulnerables y también ayuda muchísimo en los planes de reducción de la pobreza. Sin embargo, sería muy irresponsable depender sólo de un autodiagnóstico para planificar una política pública. Martin Burt crítica mucho la idea de llegar al territorio y sectores en situación de vulnerabilidad con conceptos preconcebidos. Sin embargo, el mismo semáforo guía a “las familias” a planificar en base a determinadas categorías que son también constructos relacionados con determinadas concepciones del desarrollo elaborados por expertos que tienen los gobiernos, las organizaciones de desarrollo, etc.

La idea con la que uno se queda al hacer el análisis del discurso del precandidato es que sus años de experiencia en el área de desarrollo, con éxitos muy importantes en lo que concierne al empoderamiento, el emprendimiento, la generación de ingresos y la reducción de la pobreza le sirve de base para su presentación como candidato, pero también de alguna manera lo encajona en un paradigma que no deja de tener sus problemas. Una de las carencias, vemos, es la poca capacidad de articular mejor la propuesta más sistémica de desarrollo. Lo bosqueja en el Plan de Gobierno, pero en el mismo se encuentran titulares que obviamente requieren mayor explicación.

Entre los titulares, hay ejes que son muy importantes desde el punto de vista del bienestar social. Por ejemplo, propone una “cobertura de seguro médico para todas las familias paraguayas” y aboga por “condiciones laborales dignas para que todos los paraguayos tengan seguridad social”. Esos dos pilares, por si solos, implicaran una transformación estructural de enorme envergadura para un país como el Paraguay. Algo mucho más amplio y estructural que el semáforo o el empoderamiento de “las familias” y requieren a gritos una aclaración acerca del cómo, que no lo ofrece el precandidato. Ese cómo tendrá ciertamente que ver con el financiamiento, pero sabemos que en lo que concierne al aspecto tributario su propuesta, al igual que en el caso de Soledad Núñez, es la de combatir la evasión y mejorar las finanzas públicas a través de mayor eficiencia y transparencia. La renegociación de Itaipú también aparece como un factor que podría significar más recursos, y, por supuesto, todo lo que se relaciona con mayor inversión del sector privado para general empleo decentes. Aparte del posicionamiento que el precandidato toma, en sintonía con prácticamente todos los otros precandidatos, sobre el combate a la corrupción y la penetración del crimen organizado.

En conclusión, podemos decir que el mensaje del precandidato Martin Burt trae a la mesa la importancia de la inclusión financiera y el fomento del micro financiamiento para poblaciones que de otro modo no tendrían acceso al crédito y por ende no podrían crear microempresas para generar ingreso. También parece muy importante su mensaje de enfocar la atención de los programas sociales y de reducción de la pobreza en el desarrollo de la capacidad de agencia de los sectores en situación de vulnerabilidad, mediante un proceso de escucha activa y de consulta para adaptar los programas y políticas a las realidades y demandas de las poblaciones en los territorios. El precandidato pone el dedo en la llaga al referirse a la una necesidad imperiosa de mejor coordinación intersectorial e interinstitucional para lograr los impactos deseados en los territorios. Sin embargo, su insistencia en utilizar la ambigua noción de “familias” como parámetro para el diseño de políticas públicas y su posición un tanto escéptica respecto al rol del Estado podrían generar problemas para el logro de resultados a nivel macro, así como para llegar a sectores de la población que no se pueden encasillar bajo la categoría de familia solamente. Hay un peligro de discriminación inserto en su propuesta.

El candidato tiene el mérito de haber lanzada su plan, que lo diferencia de otros que todavía no han formalizado sus propuestas. Sin embargo, al abrir su panorama programático quedan al descubierto ciertas falencias, sobre todo para los que se adscriben a un enfoque de derechos y de género. Por otro lado, queda pendiente saber el cómo, que sería una pregunta diferenciadora clave para la argumentación. Sus posturas en general no nos remiten a ningún cambio de modelo de desarrollo. De hecho, no habla de “modelos”.  Ciertas aseveraciones están un tanto desfasadas, como las indicadas sobre crecimiento poblacional. Si bien hay una llamada a combatir del cambio climático y a cuidar el medio ambiente, no se nota un concepto de desarrollo sostenible claro. El gran centro de gravedad de su propuesta es la generación de ingresos y en ese sentido, se ubica en la línea correcta, pero su carencia esta en el tema de la articulación con los elementos más sistémicos del desarrollo.  

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

  1. En un país dominado por narcos y estronistas, cada vez más decadende y desigual, estás describiendo a uno de los pocos candidatos que pueden articular ideas, y que como bien decís, no solo habla sino hace, dedica su vida a programas para ayudar a los más pobres con proyectos reconocidos mundialmente, con sus aciertos o errores seguramente, que bien podrías analizar y criticar.

    Pero de todo eso, qué críticas?

    Que no hable de "género" y que su descripción de familia no sea suficientemente progresista en sus discursos dirigidos al pueblo MÁS CONSERVADOR de Latinoamérica.

    Por dios... menos mal que no le haces la estrategia de campaña. Si hablara de eso los conservadores lo enterrarían. Hay que elegir las batallas.

    Esta crítica habla peor del autor del artículo que del candidato. Cuando dejes de mirarte el ombligo, avísanos, sipa? No todo el país gira alrededor de un solo derecho.

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    1. Gracias por el comentario. El tema de género no es la única crítica que hago, también señalo el problema que representa utilizar el concepto de "familias" cómo única unidad de análisis y sujeto que merece atención. Al mismo tiempo, critico la desvalorización que hace de las estadísticas e indicadores con los que por lo general las políticas de reducción de la pobreza utilizan para plantear sus estrategias. Si bien el "semáforo" es una herramienta útil para una suerte de autodiagnostico, no es lo único apropiado para orientar las intervenciones a nivel de esaas políticas.

      Lastima que termina su comentario con insultos y agresiones muy común entre los intolerantes. Obviamente, yo no estoy dando orientaciones para la campaña y, de hecho, le dije a Martin Burt, a quien conozco personalmente, que no me sentiría cómodo en ese rol, tratándose de su campaña. En parte debido a estas diferencias de parecer.

      Por cierto, mi ombligo está bien, sano, por suerte.

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  2. Muy buena crítica. Como decis, se requieren propuestas d desarrollo sostenible basadas en ventajas comparativas del pais. Eso crea empleo digno y emprendedores exitosos. El hogar o la familia pobre no es necesariamente una unidad productiva. Y en la familia hay terribles desigualdades por genero y por edad. Como dices, no hay q idealizarla. Bienvenida la escucha a las comunidades, y crédito a sectores populares, pero pa hacerlo sostenible hay q tener claro el desarrollo nacional y una politica tributaria progresista

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