Las elecciones en Estados Unidos 2024. Ascenso y descenso de Kamala Harris (columnas del 20 de junio a 17 de noviembre)
El ciclo noticioso de Estados Unidos pertenece hoy a
Kamala Harris, la vicepresidente y presunta nominada para candidata a la
presidencia del Partido Demócrata. El retiro de la candidatura del presidente
Joe Biden, tras su calamitoso desempeño en el primer debate presidencial, puso
fin a una agónica campaña y en cuestión de horas el escenario político dio un
giro de ciento ochenta grados.
La campaña del presidente Biden intentó subsanar su
terrible actuación en el debate, haciendo apariciones en entrevistas y eventos,
pero, si bien pudo demostrar el manejo de los temas de política pública, no
pudo convencer al público que el presidente aún tenía el vigor y la lucidez
necesaria para encarar otros cuatro años en la Casa Blanca. Su caminar lento,
la voz apagada, las miradas perdidas se sumaron y daban razón a los repetitivos
ataques de su contrincante, Donald Trump, que lo acusaba de tener “baja
energía”.
Las encuestas que van apareciendo después del retiro
del presidente Biden demuestran de manera abrumadora que el publico demócrata e
independiente, inclusive republicano, piensa que el presidente hizo lo correcto
al retirarse de la campaña. Sin embargo, no sólo se retiró, sino que declaró su
apoyo a la vicepresidenta Harris. Algo que no estaba claro aún. A partir de ahí
se vino una avalancha de aprobaciones de distintas personalidades del partido
mismo, de grupos de donantes, de medios de prensa y celebridades de todo tipo,
culminando el viernes con la llamada de Barack y Michelle Obama. El número de
delegados necesarios para oficializar su candidatura en la convención del
partido que tendrá lugar en Chicago a mediados de agosto parece estar
asegurado, por lo que es probable que el partido salga de esa convención
energizado y unido, como para ponerle un alto a la segunda presidencia de
Trump.
Si bien nada esta asegurado y las encuestas dan cuenta
del liderazgo que aún mantiene Trump
en ciertas instancias, las chances de que el proyecto trumpiano no llegue al
resultado esperado se han magnificado con la emergencia de una candidata mucho
más vigorosa en el campo demócrata.
Kamala Harris viene con un proyecto que se construirá
sobre la base del legado de Biden,
destacando sobre todo haber dinamizado la economía tras la crisis
de la pandemia, controlado la inflación, generado puestos de trabajo, impulsado
la transición a la economía verde y fomentado la desvinculación de la economía
del país a las cadenas de suministros estratégicos dependientes de la
producción china, entre otros. Kamala Harris, además, les pondrá más fuerza a
los posicionamientos sobre los temas de salud y derechos sexuales y
reproductivos, sobre todo la despenalización del aborto, igualdad de género y
feminismo. Todo ello, en el marco de una defensa acérrima de la democracia
liberal y los derechos.
La significancia política que tiene Kamala Harris ha
puesto en entredicho las expectativas calladas de liderazgos y regímenes que
esperan con ansia el retorno de Donald Trump. Benjamín Netanyahu, Víctor Orban,
Javier Milei, Eduardo Bolsonaro, Vladimir Putin probablemente están volviendo a
sus puestos de comando y haciendo un nuevo cálculo de cómo se deben replantear
los escenarios futuros posibles. Lo mismo podríamos decir en el caso paraguayo.
El lobby que han llevado los cartistas, acercándose a legisladores republicanos
como Marco Rubio y María Salazar, y apostando a un cambio de perspectiva en las
designaciones de significativamente corrupto al expresidente Horacio Cartes,
incluían el supuesto de un retorno de Trump a la presidencia. Eso, hoy por hoy,
volvió a alejarse, aunque, sin duda sigue siendo una posibilidad.
Faltan 100 días de campaña y en ese tiempo pueden
pasar muchas cosas. Es preciso observar la realización de la convención del
partido demócrata, los resultados de las encuestas a medida que van saliendo,
sobre todo aquellas que se enfocan en los llamados “Estados” pendulares, y con
especial énfasis en los que eligen a un número grande de compromisarios que van
al colegio electoral. El caso de Pennsylvania, por ejemplo. Serán probablemente
los cien días más importantes para la política nacional e internacional de este
año.
28 de Junio 2024
2. Harris: el difícil camino a la victoria
En 1832, el
Partido Demócrata de los EE.UU. realizó su primera convención para nominar al
candidato a la presidencia, marcando así el año fundacional del partido más
viejo del mundo. Fue en torno a ese proceso que se formaron los comités
estatales y locales, las coaliciones, la prensa partidaria, los clubes y, sí,
los “barbecues” (asados) para recaudar fondos. Su formación antecedió a
la del Partido Republicano, que se originó en los estados del norte, en la
década de 1850.
Hoy por hoy,
la convención del partido está fijada para el 19 de agosto, en Chicago. A ella
va la boleta Kamala Harris, candidata a la presidencia, y Tim Walz, actual
gobernador de Minesota, candidato a la vicepresidencia. La convención será más bien un acto de
concentración partidaria para reforzar todos los esfuerzos de campaña, pues el
acto de nominación formal de los candidatos ya ha sido concluido de manera
virtual. Harris, con sorprendente rapidez, se aseguró el apoyo de 99% de los
delegados que fueron liberados de su compromiso de votar por Biden a raíz de
que este abandonase la campaña, después de su desastroso desempeño en el debate
con Donald Trump.
Todo indica
que este primer gran paso hacia la presidencia se ha cumplido con gran
eficiencia y sorprendente entusiasmo. El Partido Demócrata se caracteriza por
ser un partido de coaliciones muy amplias que cubren un arco ideológico
variado, de progresistas a moderados, pasando por distintos tintes regionales e
identidades. Por ello, el apoyo tan disciplinado a la candidata es muy
significativo. Ahora las miradas están puestas en los llamados “estados
pendulares”. Estos son Estados en los que históricamente la mayoría ha en
ciertas elecciones votado por los demócratas y en otras por los republicanos.
En 2024, se consideran como estados pendulares una lista de siete: Arizona (11),
Carolina del Norte (16), Georgia (16), Michigan (15), Nevada (6), Pensilvania
(19), y Wisconsin (10). No se excluyen
otras posibilidades, pero, por el momento la campaña está apuntando a esos
Estados pendulares.
En ese afán,
las campañas también tienen en mente el número de electores que le corresponde
a cada Estado. Este es un punto característico del sistema político
estadounidense. El pueblo, cuando vota por su candidato a presidente, en su
estado, está en realidad votando por una lista de electores que luego votarán
por el candidato a presidente. Es una elección indirecta. Cada Estado regula el
funcionamiento de ese proceso de delegación, pero lo establecido es que al
ganar en un Estado el candidato ganador, por más estrecho que sea su margen de
victoria, se lleva a todos los electores de ese Estado. Cada Estado tiene un
número de electores proporcional a su población. Así pues, en la batalla por
los Estados pendulares, también se mira la cantidad de electores que se puede
cosechar en cada uno. En la lista arriba mencionada aparecen los números de
electores que le corresponde a cada Estado pendular. Pensilvania es el gran
premio con 19, seguido de Georgia con 16, y así sucesivamente. Para llegar a
ser presidente de los EE. UU se necesitan 270 electores de los 538 que estarán
votando este año.
Al estar ya
echadas las cartas, el proceso se llevará de la mano de los jefes y consultores
de campaña. El cambio de Biden a Harris energizó la campaña y los sondeos
muestran un avance, pero hay muchos desafíos aún. El tema es que las encuestas que miden la
intención de voto a nivel nacional son un indicador importante, pero las claves
son las que se hacen en los estados pendulares. Una encuesta del New York Times
y Sienna tomada del 5 al 9 de agosto, indica una ventaja de cuatro puntos de
Harris en Wisconsin, Pensilvania y Michigan. A nivel nacional, el promedio de
encuestas al 9 de agosto le da a Harris una ventaja de 2.1 puntos. Así pues, las
apuestas están abiertas.
11 de Agosto 2024
3. Convención demócrata exitosa. Siguientes pasos.
Cuatro días de energía y entusiasmo. Excepto
por las manifestaciones a favor de un posicionamiento más crítico a las
acciones de Israel en Gaza, la convención demócrata de los EE. UU. fue una
demostración de unidad en la diversidad. La “gran carpa” mantuvo cohesionada a una
pluralidad muy amplia, convencida de la necesidad de impedir el retorno del
“trumpismo”. Fue un momento político histórico que culminó con la nominación de
una candidata mujer a la presidencia de la primera potencia del mundo.
La convención consolidó el ascenso de la
fórmula Harris – Walz. La parapetó de manera muy sólida para el no tan largo
trecho hasta el cinco de noviembre. Con la convención se han asegurado el
trabajo y el apoyo de la dirigencia y las bases del partido a lo largo y ancho
del país. Las visitas puerta por puerta, las llamadas telefónicas, el encargo
de convencer a amigos y familiares; todo ese proceso capilar y esencial se ha
puesto en marcha. Las encuestas han mejorado y Harris le lleva una leve ventaja
a Trump en la intención de voto nacional, pero tiene dificultades en sobrepasar
a Trump en algunos Estados pendulares, sobre todo en Pensilvania, que es clave.
Las batallas más fuertes serán en esos estados. La mística esta ahí, y el
objetivo es sumar a los independientes y a los republicanos moderados no
trumpistas, como algunos (no muchos) de los que votaron a favor de Nikky Haley
en la interna republicana.
Sin embargo, la victoria no radica sólo en la
presidencia, sino que también se medirá en el voto por los congresistas y
senadores. Para hacer realidad su agenda de cambio, el Partido Demócrata
necesita mantener el Senado y recuperar la mayoría en la cámara de
representantes. En el Senado, los demócratas la tienen más difícil que los
republicanos por el simple hecho de que en esta oportunidad los mismos tienen
más senadurías en disputa que los republicanos. Recordemos que los senadores
son electos por seis años en momentos distintos, de manera que aproximadamente
un tercio del Senado se renueva cada dos años. Treinta y cuatro senadurías
están en disputa en esta ronda. Los demócratas deberían asegurarse victorias en
Ohio, Montana, Nevada, Michigan, Arizona, Wisconsin y Pensilvania y, si
posible, Florida y Texas, para mantenerse. Florida y Texas son los más
improbables, pero en los otros las encuestas van por buen camino.
En el Congreso, en cambio, los 435 diputados
deben poner a disposición sus bancas cada dos años y cada Estado tiene un
número de congresistas proporcional a su población. En la actualidad los
republicanos tienen una leve mayoría de 220 contra 211 de los demócratas, con
cuatro vacancias. El partido demócrata necesita recuperar al menos 11 distritos
para ser mayoría. Se estima que hay 21 distritos en disputa, no asegurados.
Once de estos están en mano de republicanos y diez en manos de demócratas. El
hecho de que un número importante de estos distritos indecisos están en Estados
profundamente demócratas como Nueva York y California da aliento a la
estrategia de recuperar la mayoría.
Finalmente, si bien se dice que las elecciones
son el 5 de noviembre, en realidad, las elecciones empiezan antes. A partir del
10 de septiembre se abre la posibilidad de votar por correo. Quince estados
permiten esta modalidad, con distintas reglas y sistemas de conteo. De manera
que el entusiasmo demócrata ya podría estas cosechando votos a partir de esa
fecha. Pero, también es importante tomar en cuenta que en los EE. UU. no hay
realmente una elección nacional, sino cincuenta elecciones estatales. El último
escollo será el comportamiento de esas autoridades en caso de resultados muy
cerrados. La victoria debe ser contundente para evitar que los “negadores” de
resultados intenten entorpecer el proceso, Hay, por ejemplo, siete “negadores”
que fungen como secretarios de Estado en los estados. Esos serán la pesadilla en caso de un proceso
muy ajustado.
25 Agosto 2024
4. El trumpismo y la ultraderecha
Las recientes elecciones regionales de Turingia
y Sajonia, en Alemania, confirmaron la tendencia global de surgimiento de una
nueva derecha en la política. El caso es particularmente simbólico por tratarse
de una derecha que, en ocasiones, reivindica el nazismo. En un país en el que
se ha hecho un enorme esfuerzo por dejar atrás esa etapa vergonzosa de su
historia.
Las arriba mencionadas elecciones tienen una
característica propia del ascenso de la ultraderecha europea, por oposición a
otras manifestaciones de esa corriente a nivel global. Nos referimos al hecho
de que, en Europa, el ascenso de la nueva derecha está asociado al surgimiento
de nuevos partidos que pasan de los márgenes del sistema, con porcentajes de
votos mínimos, a ocupar espacios cada vez más significativos. El caso más
paradigmático, por su ya larga trayectoria.
es el del Reagrupamiento Nacional francés, que ya ha llevado dos veces a
su candidata Marie Le Pen a la segunda vuelta presidencial y detenta un número
importante de diputados en la Asamblea Nacional.
En América Latina, el ascenso de esta nueva
derecha está también asociada al surgimiento de nuevos actores políticos. El
caso argentino es probablemente el más notorio, pues hemos visto cómo la
articulación del discurso de la ultraderecha emergió de la mano de un nuevo líder
disruptivo, Javier Milei, y una nucleación política emergente, La Libertad
Avanza. Algo similar ocurre en Chile, con José Antonio Kast y el ascenso del
Partido Republicano, o, en Perú, con Rafael López Aliaga y su nucleación,
Renovación Popular.
En el caso del trumpismo se da una
dinámica distinta. En vez de que el discurso y la práctica de la nueva derecha
se articule en torno a un nuevo partido, esta toma forma bajo la figura de un
nuevo líder, Donald Trump, que logra desplazar a la vieja guardia del Partido
Republicano estadounidense, e instalar en el mismo su predominio y el de su
“movimiento”, el MAGA (“hacer grande a Estados Unidos de vuelta”).
Una de las preguntas claves es la de por qué
estamos hablando de “nueva derecha” y “ultraderecha”. Es una pregunta difícil
de responder en pocas palabras. Una respuesta es que la derecha convencional,
los conservadores, son defensores de las ideas y valores más tradicionales y defienden
políticas neoliberales con un Estado pequeño, acotado, pero lo hacen respetando
el marco institucional y procedimental de la democracia liberal, incluyendo, la
separación de poderes, el Estado de Derecho, las libertades públicas y el
derecho de las minorías. La
ultraderecha, en cambio, adopta una posición de ataque, polarizante, que busca
revertir los derechos de las minorías, a menudo en clave xenófoba y racista, mientras
los más libertarios no esconden sus intenciones de deshacer el Estado social y,
muy importante, están dispuesto a atentar contra la democracia, si es necesario
para lograr sus fines. Los famosos casos del 6 de enero de 2021 en el Capitolio
de EE. UU. y el no reconocimiento de la victoria de Biden en 2020 es un caso
emblemático. Al igual que la toma de la explanada en Brasilia, por las huestes bolsonaristas,
y sus constantes llamadas a un golpe de estado.
La disposición a permitir una cancelación del
procedimiento democrático, en el caso del trumpismo, implicaría una
tendencia a suplantarla con un populismo demagógico que maneja con astucia el
nuevo ecosistema de la información y la comunicación, signado por la posverdad.
Dicha posibilidad representa un peligro mayor, por el simple hecho de que
estamos hablando de la primera potencia mundial. El trumpismo victorioso
se interpretaría como una habilitación de otros proyectos similares alrededor
del mundo. Por ello, su derrota en las elecciones de noviembre podría
significar un muy necesitado balón de oxígeno para la idea de una democracia
liberal siempre preferible al autoritarismo, a pesar del desgaste significativo
del orden internacional liberal en términos de sus pendientes a nivel social,
económico y geopolítico.
8 de Setiembre 2024
5. Jatar y el “negro nazi”;
El diputado paraguayo Jatar “Oso”
Fernández ha sorprendido al público y a sus propios colegas cuando en la Cámara
se debatía si quitarle o no la denominación de “género” a la Comisión de Género.
En ese entonces, dijo que él estaba a favor de cambiar el nombre, pero que no
tenía nada contra los trans, y para probarlo se refirió a su propia
experiencia, comentando que él había tenido una relación sexual con una mujer
trans, alguna vez.
Una sorpresa similar se ha
llevado la audiencia americana al revelarse que el candidato afroamericano a
gobernador de Carolina del Norte por el partido republicano, Mark Robinson,
hizo comentarios en un sitio para adultos, diciendo que disfrutaba ver porno
trans. Todo ello a pesar de tener un posicionamiento anti “ideología de género”
en su discurso político. En efecto, el candidato Robinson se volvió viral por
una aparición pública que hizo en el pulpito de un Iglesia. Ahí dictaminó con
vehemencia que hay sólo dos géneros, el hombre y la mujer. Que todo lo otro era ofensivo para la familia.
No es la única vez que Robinson
escandaliza a propios y extraños. Lo más
llamativo ha sido que en el sitio porno el mismo se identificaba como el “negro
nazi”. Hecho que se entiende perfectamente, pues en varias ocasiones ha adulado
a Adolf Hitler, diciendo, por ejemplo, que preferiría mil veces vivir en la
Alemania nazi que en Washington DC. En otras ocasiones ha dejado lívidos a los
comentaristas aseverando que el esclavismo no era tan malo y que, si volviese a
los Estados Unidos él, sin duda, compraría algunos.
Si Mark Robinson está hoy como
candidato a gobernador por el partido republicano es porque recibió el apoyo
del gran caudillo Donald Trump, quién en todo momento lo ha avalado. En un
momento dado Trump se refirió a Mark Robinson como un nuevo Martin Luther King,
pero “con esteroides”. Una comparación que es insultante por donde uno la mire.
Luther King es uno de los gigantes de las luchas por la igualdad y la no
discriminación, a la par de Mahatma Gandhi y Nelson Mandela. Que líderes tan
influyentes como Trump pisoteen esa memoria, nos deja sin palabras.
En el marco de la campaña
presidencial en curso la pregunta ahora es si las revelaciones sobre las
sandeces de Mark Robinson pueden restarle votos a Trump. El “negro nazi” va muy
probablemente perder la carrera por la gubernatura, pero la interrogante es si
va a dañar la boleta presidencial también. Esto es importantísimo, pues se
trata de uno de los siete estados pendulares que tiene mayor número de
electores (16) a la hora de votar para presidente. Si Harris gana Carolina del
Norte y le suma a eso Pensilvania, Michigan y Wisconsin, la elección está
ganada.
Estos son los momentos más duros
para las campañas. El promedio de las
encuestas a nivel nacional le da una leve ventaja a Harris de 49% contra 47%
para Trump. En los estados pendulares, la situación es muy difícil, pues están
prácticamente empatados en Arizona, Carolina del Norte, Nevada, Georgia,
Wisconsin y Pensilvania. Sólo en
Michigan, Harris se desprende un poco con 50% contra 47% de Trump. Ya todos los
votantes comprometidos están prácticamente asegurados y la batalla actual es
para llegar a lo que estiman es un 18% del electorado que todavía no ha tomado
una decisión. Los decididos ya son mucho más difíciles de mover. Es
probablemente por eso que ni el debate, que la opinión pública dice ganó
Kamala, ni el último evento del tirador que se había arrimado al club de golf
de Trump han afectado de manera notoria las encuestas. Según el New York Times,
ese 18% que mencionamos se compone aparentemente de un electorado joven,
afroamericano e hispano de estratos económicos bajos, entre quienes el tema del
costo de vida, la credibilidad de los políticos, y la falta de claridad sobre
sus propios posicionamientos van a generar una situación en la que o no vayan a
votar o cambien de parecer en el propio local de votación.
22 de Septiembre 2024
Con las campañas ya en sus últimas etapas y los
sondeos arrojando resultados que dan un virtual empate en los siete estados
pendulares (Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania,
Wisconsin y Michigan), las especulaciones están a la orden del día.
Hay dos versiones acerca de las encuestas que
valen la pena ser mencionadas en esta carrera. Una es la que enfatiza el hecho
de que la intención de voto por Trump es una intención subvalorada por las
encuestas y que hay que siempre agregarle unos puntos si uno quiere hacer un
ejercicio de pronóstico. La otra es que
las encuestas están cuidándose mucho respecto a los márgenes de error y están
enfatizando la intención de voto de aquellos que responden haber votado en 2020
y 2022 y por esa razón no están tomando en cuenta a nuevos votantes, jóvenes u
otros, que han decidido salir del abstencionismo y que se sienten más atraídos
por la opción de Harris.
En estas semanas se está acentuando la
estrategia de apuntar a grupos sociodemográficos muy específicos. La
configuración moderna de los medios de comunicación, con sus múltiples canales
en las redes sociales, y sus derivaciones en nichos manejados por youtubers,
podcasts, hilos de posts, etc., permiten unas localizaciones de audiencias muy
finas. Se encuentran los sitios de hombres jóvenes dedicados a la musculación,
personas vinculadas a la protección de los animales y así sucesivamente.
Una de las categorías de mayor importancia en
este proceso de identificar audiencias es la de género. Existe una enrome
brecha de género que afecta a ambos candidatos. Por un lado, los varones, sobre
todo jóvenes, son reticentes a votar por Harris y, por el otro, el atractivo de
Trump para con las votantes mujeres no se compadece con la ventaja que lleva
Harris en ese campo.
Esta lucha por las audiencias específicas forma
parte de la batalla por los márgenes en términos de intenciones de voto. Es un
desafío que parte de una base en la que el electorado ya viene dividido en un
50/50. Impidiendo que se formen mayorías perdurables.
Este empate puede encontrar su desmentido en
resultados que a último minuto se
inclinen por uno u otro de manera tajante. En el léxico político norteamericano
hay una frase que se usa para describir los imprevistos de último momento. Nos
referimos a la llamada “sorpresa de octubre”, un evento o error que afecte a
uno de los candidatos de manera negativa en el último trecho. Por ejemplo, en
2016, la decisión del jefe de la FBI de investigar los emails de Hillary
Clinton la última semana de la campaña puede haberle dado a Trump la ventaja
que necesitaba entonces.
En todo caso, es importante tomar en cuenta que
un escenario tan parejo puede ser, al mismo tiempo, muy peligroso. En Estados
Unidos no hay realmente un organismo electoral nacional que de resultados
oficiales generales. Generalmente, las bocas de urna de los granes medios
desempeñan ese rol, pero cuando no se cuentan con proyecciones fiables, estas
bocas de urna no se difunden. En ese caso se pasa a los conteos distrito por distrito,
estado por estado, cada uno con su legislación electoral específica, hasta
construir 50 resultados oficiales que indican el número de electores que le
toca a cada candidato a la presidencia. Este puede ser un proceso conflictivo,
y, en la era Trump, aguerrido, con peligro de violencia. Un escenario ideal
para que otros temas candentes exploten y afecten hasta la geopolítica global.
Una guerra general en medio oriente, sucesos específicos en Ucrania, etc.
Después de la experiencia de las elecciones de 2020 y la negativa de Trump de
aceptar el resultado, todos harían bien de tener un plan de conteo y
judicialización de las elecciones. Ojalá que no sea necesario activarlos en
noviembre.
20 de Octubre 2024
7. Harris vs Trump: el desenlace y su impacto:
Hay consenso de que el resultado
final de las elecciones presidenciales en Estados Unidos se decidirá por un
estrecho margen en los Estados pendulares (Wisconsin, Michigan, Pensilvania,
Carolina del Norte, Georgia, Nevada y Arizona). Los candidatos Kamala Harris y
Donald Trump están en estos momentos en un empate técnico tratando de mover la
aguja para un lado u otro. Los temas candentes en el país son la inmigración,
la salud y derechos reproductivos, la economía y la seguridad. Ante tan
incierta situación, los tomadores de decisión en América Latina y el Paraguay
se hacen preguntas sobre los efectos del desenlace final en las relaciones
internacionales.
Evidentemente, el país que más se
verá afectado por el resultado será México.
Los puntos de tensión son múltiples. La gestión de la migración en
México como país de tránsito para migrantes originarios de América Central,
Cuba, Haití y Venezuela, entre otros, es clave. Habrá mayor presión por
fortalecer las barreras de entrada a México y la absorción de migrantes y
solicitantes de asilo. Los otros dos grandes temas serán el boom del llamado
“nearshoring” es decir la instalación de capitales chinos en territorio
mexicano, para aprovechar el acuerdo de libre comercio de México con Estados
Unidos y Canadá. Una eventual presidencia de Trump, significará una presión
mucho más agresiva para quitarle ese recurso a los chinos. Esa misma
agresividad se ejercería en el caso del combate al crimen organizado, donde los
posicionamientos de Trump llegan al extremo de querer desplegar sus propias
fuerzas militares para combatir a los carteles de la droga en México.
En el análisis prospectivo de un
eventual retorno de Trump se debe tomar en cuenta su estilo transaccional.
Mientras que el gobierno de Biden, y probablemente el de Harris, se enfoca más
en encausar las relaciones internacionales en un marco institucional y
normativo, el trumpismo prefiere actuar como superpoder y presionar al Estado
específico que tiene enfrente con la zanahoria y el garrote. Amenazando con
sanciones y tarifas si necesario. Eso lo hace mucho más impredecible, por lo
que los países latinoamericanos van a verse compelidos a probar determinados
acercamientos individuales y esperar salir de las negociaciones en una
situación gananciosa. Si el país no tiene nada importante que ofrecer en esa
relación transaccional es probable que la agenda de política exterior mantenida
en el dialogo con EE.UU. no avance y quede olvidada, o en manos de cuadros
subalternos. Eso puede afectar temas sensibles para un país como Paraguay, de poca importancia para Washington. Los temas
de la apertura del mercado estadounidense a la carne paraguaya, o la
designación del ex presidente como significativamente corrupto, pueden caer en
esa categoría.
Uno de los puntos en los que
algunos tomadores de decisión latinoamericanos hacen sus apuestas es en la
demostración de afinidad política, como modo de compensar la irrelevancia. Los
gobiernos y líderes de derecha, véanse por ejemplo, Nayib Bukele de El Salvador,
Javier Milei de Argentina y hasta cierto punto Santiago Peña de Paraguay, han
dado claras señales de acercamiento al movimiento trumpiano. La expectativa en
estos casos es que, considerando esas afinidades, la política exterior de EE.
UU, con una administración de Trump, será la de favorecerlos en las tratativas.
La respuesta es puede que si, puede que no, dependerá mucho del tema.
Seguramente, una administración Trump le bajará el tono a “la democracia” como
referente en la política exterior y mirará al otro lado si siguen los
retrocesos actuales, a menos que se trate de los casos de Cuba, Venezuela y
Nicaragua. Sobre el tema de corrupción, las cosas pueden variar. Dependerá de
qué acto de corrupción y sobre todo si afecta o no intereses estadounidenses. Algunas
de las vinculaciones de los casos de corrupción en Paraguay con intereses
comerciales de EE.UU. o ligados al financiamiento de grupos calificados como
terroristas, pueden llegar a ser particularmente problemáticos. Lo importante
es recordar es que Donald Trump no tiene amigos. Si uno le es útil estará bien,
mientras dure esa utilidad. Después de eso, cualquier cosa puede suceder.
3 de Noviembre 2024
8. La administración Trump y las relaciones exteriores de Paraguay:
El cambio de gobierno en los Estados Unidos requiere,
sin duda, una reflexión sobre sus impactos, y las respuestas más adecuadas.
Ello ha venido sucediendo en múltiples ámbitos, a través del globo. En la
prensa internacional se observa una emergencia de miradas muy diversas, abarcando lo político, lo militar y lo económico, pero
también lo cultural y lo social. En el caso de Paraguay, dicho análisis se
presenta como igualmente necesario y oportuno, por lo que consideramos
importante ofrecer una opinión al respecto.
Desde la perspectiva del análisis de riesgos,
probablemente llegaremos a la conclusión que, en comparación a otros países de América
Latina, véase, por ejemplo, México, el Paraguay no enfrenta desafíos mayores.
No hay desavenencias político-ideológicas serias con el trumpismo. Al
contrario, los gobiernos colorados han construido relaciones estrechas con
figuras importantes del Partido Republicano, y se tiene acceso a personas
claves de la administración actualmente en formación, como es el caso de Marco
Rubio. El expresidente Mario Abdo Benítez también cultivó esas relaciones y
logró la visita de Ivanka Trump, en su momento.
Desde el punto de vista de las alianzas y
alineamientos en política exterior el Paraguay también se encuentra en el campo
de los alineados con USA, por su defensa de Israel y Taiwán y sus
posicionamientos en términos de economía política. Tampoco hay una relación comercial de gran
escala y los ´términos de intercambio entre un país y otro no van a generar disputas
muy graves. El caso de la exportación de carne queda como un pendiente a ver,
pero no hay mucho más en el horizonte. Siempre existe la posibilidad de que
ciudadanos paraguayos que se encuentran en un estatus irregular, trabajando en
Estados Unidos, sean afectados por las deportaciones masivas que se propone la
nueva administración. Ello puede llevar a vejaciones y malos tratos de familias
paraguayas, creando disgustos, pero nunca en la proporción en que afectaría a
otras nacionalidades latinoamericanas, como el caso de los ciudadanos
centroamericanos y mexicanos.
Muchas veces, la mejor manera de pensar los nuevos
escenarios internacionales es considerando los intereses nacionales más
básicos. En ese sentido pensamos que una reflexión sobre los fundamentos es
importante. Paraguay debe pensar en mantener el ecosistema de los ríos que
sirven para habilitar el funcionamiento de la hidrovia, y no solamente en la
infraestructura de la hidrovia. Se debe cuidar celosamente el buen
funcionamiento de las hidroeléctricas, avanzando en lo que se ha propuesto en
los acuerdos con Brasil y seguir esmerándose en destrabar los desacuerdos con
Argentina. Se debe cuidar el flujo en los pasos de frontera. Por otro lado, el
Paraguay tiene interés en mantener el Mercosur. Es probablemente el que mayor
necesidad tiene en ese terreno.
Este último punto es probablemente el más importante,
dentro de la temática que estamos discutiendo. Ello porque involucra a nuestros
grandes vecinos y como estos dos están reaccionando a los cambios políticos en EE.
UU. Entre los exabruptos de una diplomacia presidencial argentina, que, a todas
luces, no pasa por su mejor momento, y el peso institucional del mayor poder
regional, Brasil, el Paraguay debe seguir con su filosofía pendular,
preferiblemente en un marco institucional, utilizando los mejores cuadros
disponibles para una política exterior profesional. Hay que ser muy precavidos
en ese sentido.
De hecho, este probablemente no es el momento de
hablar de “gigantes dormidos” y retornos ciclópeos, sino, al contrario,
mantener el Paraguay callado, discreto, consciente de tener una carta de
presentación relativamente buena (por su estabilidad macroeconómica y
responsabilidad fiscal, sobre todo), pero mirar al mundo desde una posición
inteligente. Tomar como referentes más a Singapur , Suiza o Uruguay y no querer
comprometerse mucho con posicionamientos ideologizados que abonen la
turbulencia geopolítica.
17 de Noviembre 2024
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