Lo social, en el discurso de Santiago Peña

 

Hay dos maneras de entender el fin último de un Estado. En una esquina están aquellos que creen en la necesidad de que el Estado promueva la solidaridad y destine parte de los recursos públicos a crear un sistema de protección social. En la otra están aquellos que señalan la responsabilidad individual que tienen todos de encontrar los medios necesarios para salir adelante en una sociedad de mercado. El presidente Santiago Peña, se posicionó de manera relativamente clara en ese debate. Lo hizo al decir que él consideraba “que la mejor política social que existe es el crecimiento económico sostenido, generando oportunidades de empleo formal, decente y bien remunerado”.  Es decir, si el individuo consigue trabajo, podrá salir adelante.

Sin embargo, recordemos que, según los estándares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un “empleo decente” incluye un ingreso justo, un ambiente laboral seguro, y el acceso a beneficios sociales como la salud y la jubilación. Esto, en Paraguay, implica toda una revolución, pues hasta ahora 65% de la fuerza de trabajo del país genera sus ingresos en condiciones de informalidad, sin seguridad social. Un alto porcentaje de esos trabajadores inclusive gana por debajo del salario mínimo.  

De hecho, el tema del empleo decente puede ser uno de los puntos de convergencia política en torno a lo social. Desde el vamos, en el discurso de Santiago Peña se ha puesto énfasis en la generación de 500.000 empleos. Así como también se ha mencionado de manera reiterativa la oposición a la precarización laboral en el sector público. Existen una serie de propuestas que vendría bien desempolvar ahora que se inicia un nuevo período sobre estos aspectos de las condiciones de trabajo en el Paraguay. Y la cuestión no sería sólo ver cómo hacer para que más gente en el sector privado y el sector público acceda a la seguridad social, sino también apuntar a un salto cualitativo en la calidad de la protección social. Mientras tanto, sin embargo, huelga atender la emergencia social existente en las poblaciones en situación de vulnerabilidad.

De hecho, la protección social también se mencionó en el discurso cuando dijo que su intención es “que funcione una red de protección social” y que esta debe ser focalizada. “Cuando más focalizado, efectivo y recto sea el camino, la ayuda llegará con más efectividad a las personas más vulnerables”.  Con esas alusiones, el presidente dejó sentada una posición más bien continuista, de seguir con el paradigma de la política social existente.

El cambio propuesto es hacer más eficientes los programas sociales de transferencia monetaria con corresponsabilidad. Estos seguirán siendo de carácter transitorio, para las familias en situación de gran vulnerabilidad, enfocados en cortar la transmisión intergeneracional de la pobreza. 

Lo que se avecina en el área de los programas sociales, es una discusión sobre qué medidas tomar para mejorar sus efectividad y eficiencia. En ese sentido, asume relevancia la coordinación de los programas sociales. El dilema aquí es si se refuerza la idea del gabinete social, dándole real  liderazgo a la propuesta del sistema de protección social “Vamos”. O si se concentra todo en el Ministerio de Desarrollo Social, donde se ubican los programas Tekopora y Tenondera, entre otros.

En cualquier caso, no olvidar que quien plantea la focalización ineluctablemente plantea el tema de la correcta identificación de beneficiarios, por medio de censos y sistemas de información sofisticados. En este período hay que ver de mejorar las herramientas para la focalización, de manera a evitar las filtraciones y el clientelismo político. Uno de los problemas de Tekopora, por ejemplo, es que su ficha para la selección de beneficiarios está teniendo problemas en sus algoritmos y ocurren situaciones en las que, si el hogar tiene una vaca, ya se pierde la posibilidad de un apoyo, por el peso que tiene ese factor en la caracterización del hogar. Desde el 2019 se está ensayando con el Registro Social de Hogares que permite una más eficaz focalización, compatible con la identificación de hogares en situación de pobreza tal como lo define el INE. El problema es que no hay recursos para hacer un buen censo de esos hogares, no hay para contratar suficientes censistas. Por ahí se puede empezar.

Publicado en Ultima Hora 27 de Agosto

Imagen: Saul Steinberg en circarg.wordpress


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