Los puntos álgidos

 



Existen en el Paraguay distintas narrativas respecto a dónde estamos y cuáles deberían ser nuestras prioridades. Hay una muy simplista que dice que el Paraguay tuvo un rendimiento excepcional en el período 2003 a 2014. Que el país creció, se redujeron la pobreza y la desigualdad, mientras ciertos sectores de la economía se expandieron y se modernizaron. Se reconoce que a partir del 2014 se dieron tropiezos, como el fin del boom de los “commodities”, la sequía y luego la pandemia. Sin embargo, se espera una recuperación del ritmo de crecimiento una vez superados esos desafíos de carácter externo.  

En contraste con esta visión de los desafíos del país se erigen otras miradas que piensan que no se trata de solamente de hacer un “reboot” de lo ya conocido. Entre ellas merecen una mención la reforma del Estado; el desarrollo sostenible, y la inclusión social.

Desde la perspectiva de la reforma del Estado se dice que el equilibrio fiscal es importante, pero se advierte que el mismo pende de un hilo y que, aún si se logra sostener, no es suficiente. Desde el Ministerio de Hacienda mismo se habla de la necesidad de una segunda generación de reformas, poniendo el énfasis en iniciativas como el presupuesto por resultados y la “calidad del gasto”. Con este último concepto se subentiende frenar la corrupción y el clientelismo político, pero también se señala la atención al desarrollo de capacidades. El Estado creció en los últimos 20 años  , mucho gracias a la reforma tributaria de la época del Ministro Dionisio Bordas, pero ahora hay una imperiosa necesidad de fortalecer la capacidad para ofrecer servicios de calidad y mejorar una amplia gama de indicadores, apostando a la formación y la meritocracia. La seguridad, por ejemplo, no depende sólo del número de policías, sino de la capacidad de estos.   Lo mismo con docentes y funcionarios. La educación en todas sus formas tiene también la función de generar el talento humano necesario.

Desde la perspectiva del desarrollo sostenible, se argumenta la necesidad de prepararse para el cambio climático que agrega y seguirá agregando mayor volatilidad de los períodos de siembra y cosecha. Por otro lado, el crecimiento basado en el usufructo insostenible de los recursos naturales del país ha llegado a un límite. La deforestación ha sido masiva, la contaminación con agrotóxicos vergonzosa y los cursos de agua no se han cuidado como deben. Si se quiere incentivar la inversión directa extranjera debe dejar de ser extractiva. Mucho se argumenta que eso sería posible con la obtención del grado de inversión, aunque sea de una de las calificadoras. La pregunta imposible de evitar si ese grado de inversión es compatible con Horacio Cartes, el significativamente corrupto, cono presidente del partido de gobierno.

Finalmente, desde la perspectiva de la inclusión social. No olvidar que la reducción de la pobreza incluye la pobreza total y que la responsabilidad no es solamente para con la pobreza extrema. Desde el 2014 los niveles de pobreza se han mantenido estancados.  Sí se ha podido contener la pobreza extrema. Pero el problema consiste en que, en 2021, según estimaciones de INE, 26.9% de la población vive por debajo del nivel de pobreza total. El esfuerzo de inclusión implica una política mucho mejor coordinada y no extremadamente focalizada en pobres extremos. La política de protección social “Vamos” es un acierto en cuanto a concepto, pero le falta mucho para su puesta en funcionamiento a escala.  El mensaje es combinar programas como Tekopora, Adulto Mayor, Abrazo, Tarifa Social de la Ande, con una articulación a nivel central y territorial de los programas y los servicios sociales de educación y salud, donde es muy importante la merienda escolar, la calidad de la educación, la supuesta gratuidad de la salud, así como la generación de oportunidades de trabajo decente. Y agregaríamos también el transporte. Los pobres urbanos sufren cotidianamente malos servicios de transporte y las zonas rurales casi no hay soluciones para el transporte escolar o para la ida a las atenciones de salud.

Cada uno de estos puntos tiene sus peligros. Seguir sin reformas de Estado puede llevar a una crisis como la sufrida a principios del 2000, dejando sin capacidad de pago al mismo y sin margen para generar recursos, por la evasión impositiva que se genera como respuesta a la ineficiencia del Estado. Seguir dependiendo de una explotación insostenible de los recursos naturales hará al país cada vez más vulnerable, abonando las causas estructurales de la pobreza. Una pobreza que está probando ser persistente e impide ofrecer al pueblo paraguayo una vida digna y con derechos. Tarde o temprano estos factores pueden exacerbar la falta de cohesión social, dado pie a  la aparición de las protestas sociales que han surgido en otros países de la región.

 

 Ultima Hora - 18-02-2023 

Imagen: "Flawless polymorphism" de Evgeniy Shvets"

 

 



[1] Politólogo. Coordinador académico del programa FLACSO PY. Ex director regional para América Latina y el Caribe del UNFPA.

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