La aritmética parlamentaria

 

El viernes, mientras hacía mi caminata, me llamaron para solicitarme un comentario político en unodelos medios de televisión locales. Lo querían para esa misma noche. “¿En vivo?”, pregunté. “Si”, medijo la productora. La conversación fue breve, pero me dejó inquieto, pues sabía que sería sobre la elección de las nuevas mesas directivas de diputados y senadores. Mi opinión al respecto aún no había madurado. Además, conociendo el medio en cuestión, sabía que las preguntas vendrían con su sesgo y que tendría poco tiempo para articular una respuesta. Todo auguraba un comentario mal hecho. Así fue.

Efectivamente, la primera pregunta que me lanzan ya tenía su giro. Si me parecían válidas las críticas al hecho de que el Partido Colorado había logrado quedarse con la presidencia de ambas cámaras. Por supuesto que no. Un partido político que tiene mayoría absoluta en ambas cámaras tiene todas las credenciales como para asumir el control de las dos instancias. ¿En qué país sucedería que el partido que tenga mayoría en las cámaras no se quedara con la presidencia de ellas? No puedo pensar en ninguno.

El tema es que en el caso paraguayo había un sector del mismo partido de gobierno que había dicho que se constituiría en un bloque con identidad propia y relativa autonomía respecto al nuevo oficialismo. Eso había levantado las expectativas de que ellos, aliados a sectores de la oposición, podrían forjar una mayoría para tener el control del senado y actuar como contrapeso a la facción cartista del Partido Colorado. Llamada facción “cartista” porque defiende y está bajo la tutela del expresidente del país, el “significativamente corrupto” (según el Departamento de Estado de los EE. UU.)  Horacio Cartes.

Esa expectativa se vio totalmente frustrada el viernes. Si hacemos un balance y tomamos el evento de conformación de las mesas directivas como el segundo acto del drama político que se está desarrollando en el país, no creo que se pueda negar que el saldo es enteramente a favor del “cartismo”. Sin embargo, más interesante para mi es que nos preguntemos sobre las actuaciones del presidente electo Santiago Peña. De hecho, durante los días anteriores a la toma de posesión de los nuevos legisladores, se pudo apreciar un trabajo en equipo del presidente y vicepresidente electos, Pedro Aliana. Este último cumplió a cabalidad su función constitucional de ser el enlace del ejecutivo y el legislativo. ¿Hubiese sido tan exitoso el proceso de forjar una mayoría si no existiese lo que podríamos llamar, perdón por la expresión, la “mediación peñista”? ¿El “cartismo”, sin Peña, puede funcionar? En la relación Peña – Cartes, ¿cómo está jugando ese refinamiento que hace el presidente electo?

Ahora bien, la cuestión no es solamente constatar el éxito de esa mediación peñista, sino sobre todo reconocer el fracaso de las alternativas. Pareciera evidente que hablar de “una” multibancada opositora es prematuro. Fue medio penoso ver cómo esa propuesta se fue desgranando, quedando como candidato el senador Eduardo Nakayama, que recibió tan solo once votos. Más penoso aún fue ver que a dicho candidato lo votó la nueva senadora de Cruzada Nacional, Yolanda Paredes, que probablemente no comparte ninguna idea sustantiva con el liberal, excepto que ambos son opositores. Por su parte, la idea de “Fuerza Republicana” quedó como desaparecida en la acción. Se formaron “bancaditas” y los egos pudieron más que el razonamiento político.

La última esperanza de un contrapeso resultó ser la senadora Blanca Ovelar, que en su intervención usó el término correcto. Habló de “allanarse”, que, según el diccionario, significa conformarse con algo o alguien. Su etimología tiene que ver con aplanar algo. No daban los números. La aritmética parlamentaria había ya tenido su efecto y no había más que reconocer la derrota. Con ella, el presidente electo acrecentó su capital político, sin duda. Sin embargo, el medio que me entrevistó le quería quitar más kilometraje al evento del que probablemente tiene. ¿Con esta nueva mayoría tenemos ya asegurada la gobernabilidad? Mi respuesta, poco espectacular, “hay que ver”. La aritmética parlamentaria es siempre cambiante. Nada nos asegura que la mayoría de hoy se pueda repetir con regularidad, y que las leyes y los nombramientos no vuelven a ser tema. El espectáculo político seguirá su curso.

 




 

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