La transición
El proceso de transición de un
gobierno a otro es, sin duda, un momento clave para la gobernabilidad e incide
en el éxito o fracaso de cualquier gobierno entrante. El “vamos a estar mejor”,
en Paraguay, depende en cierta medida en cuán efectiva sea la transición que
acaba de oficializarse con el decreto 9.404 emitido por la Presidencia de la
República.
Toda transición tiene al menos dos
dimensiones importantes. Por un lado, está la eficiencia con la que los equipos
tecno-políticos del Estado le informan al gobierno entrante de los procesos y
reformas en marcha, y, por el otro, cuán preparados están los equipos del
gobierno entrante para recepcionar, entender y proyectar la significación de
ese caudal de información. La conjunción de estos dos elementos es vital para el
arranque del nuevo gobierno.
El Partido Colorado tiene una
ventaja comparativa con respecto a las otras fuerzas políticas en lo que hace a
la transición. El hecho de ser el partido del gobierno actual, y contar con una
larga historia de gestión del Estado, le permite manejar mejor los desafíos de
la transición. Si bien puede haber un cambio de mando en la interna de la ANR,
los vasos comunicantes entre los sectores tecno-políticos de ambos movimientos,
así como entre el funcionariado y los dirigentes políticos, hace que las
variables que habitualmente entran en juego durante la transición tengan
mayores chances de converger en una salida más beneficiosa para todos.
Evidentemente, esta ventaja comparativa
está sujeta a otros factores que pueden tensionarla o desvirtuarla. Nos
referimos al hecho de que la buena marcha de esa convergencia depende de que
exista una real intención de mejorar y poner el Estado al servicio de una
agenda que apunte al bienestar y el progreso de la gente. Que no sea un
ejercicio para identificar los puntos en los que se pueden perpetuar los
agentes de la corrupción, o acordar un manto de silencio sobre chanchullos que
quedan de gestiones pasadas.
En este sentido, la transición
podría también caracterizarse como un momento de conflicto. Uno en el que las
partes en disputa dejan de ser los liderazgos político-partidarios más conocidos,
y entran en juego actores de más bajo perfil. Nos referimos a las tensiones que
existen en el mismo Estado. Donde hay tendencias que claman por una mayor
profesionalización e implantación de criterios meritocráticos. Tendencia esta
que busca formar un servicio civil que pueda conducir la gestión pública hacia
la obtención de resultados. En contraposición a la tendencia de reproducir el
esquema clientelístico y usar los recursos del Estado para provecho de los
amigos, familiares y correligionarios.
Este es una tensión que afecta al
mismo partido de gobierno, porque en su seno hay sectores que no necesariamente
pierden en el vuelco hacia la profesionalización y la meritocracia, debido al
hecho de que el Partido Colorado tiene la gente con los méritos necesarios. El
problema es que también hay una franja que no se beneficiaría con ese derrotero
y prefiere mantener las viejas costumbres. Por otro lado, la meritocracia sí
implica el transito hacia un Estado abierto a la capacidad de contribución de
ciudadanos no partisanos o personas capaces de otros partidos y ello genera
desavenencias con la franja clientelista que pierde posiciones.
El dilema es muy actual, pues si
bien hay sectores del Estado que han venido desarrollando el perfil
meritocrático, eso se debe expandir. Hay sectores como el Ministerio de
Hacienda, el Banco Central, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones,
partes del Ministerio de Salud, o inclusive programas y proyectos específicos,
que pueden mostrar el camino. Hay sin embargo sectores claves que se deben
mirar con atención. En el área social, hay múltiples programas sociales, fragmentados
y carentes de una coordinación efectiva. El Ministerio del Interior es una
instancia preocupante ante el crecimiento del crimen organizado y la falta de
seguridad ciudadana. El Ministerio de Educación es probablemente el caso más
urgente. Y así, hay casos y casos.
El presidente electo está bien
posicionado para entender esta tensión, pues ha crecido y se ha desarrollado en
ese ámbito. Sin duda, sabe que su éxito tiene mucho que ver con cómo administra
estas contradicciones, de manera que hay que observar muy de cerca de quiénes
se va rodeando y cómo sortea la multiplicidad de voces que le susurran al oído.
Lo que sí es indudable es que la formación de un servicio civil capaz es un
factor gravitante en el éxito a mediano y largo plazo.
Publicado en el diario Ultima Hora 4 de Junio 2023
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