La sostenibilidad de la posición paraguaya respecto a Taiwán
Los titulares sobre la intervención del futuro
canciller, el embajador Rubén Ramírez Lezcano, en CERNECO, resaltaron una
curiosa declaración. “Se hablará con China, pero sin condicionamientos”. Según
el reportaje del diario UH, el canciller declaró que el Gobierno de Santiago
Peña está dispuesto a “establecer relaciones diplomáticas” con China, pero a
condición de que no se le imponga una ruptura con Taiwán.
Como es bien sabido, el Paraguay ya tiene una
relación comercial fluida con China. El gigante asiático es el principal origen
de las importaciones paraguayas. Según el BCP, en 2020, 29,8% de las
importaciones del país provinieron de China. Inclusive hay inversiones chinas
en el sector manufacturero del país. Igualmente, es importante notar que las
exportaciones paraguayas llegan al mercado chino a través de terceros países
como Argentina o Uruguay. Estos países
las hacen figurar como exportaciones uruguayas o argentinas, según lo declaraba
el ex ministro de comercio, Gustavo Leite, en el 2018.
El tema de actualidad es que las relaciones de
Paraguay con China no tienen una dimensión política, y que este aspecto de la
relación puede ir creciendo en importancia dado el nuevo escenario geopolítico.
La relación ya establecida con China no ha suscitado mayor problema porque la
escala del comercio con ese país es pequeña, comparativamente hablando, y el
Paraguay no es un país de gran peso político en la escena internacional. Ahora,
sin embargo, la situación política internacional ha dado un giro muy importante,
y el “excepcionalismo” paraguayo comienza a ser muy visible.
La posición expresada por el canciller puede
ser interpretada de varias maneras. Por un lado, puede denotar una falta de
comprensión de cómo se maneja China en cuanto al establecimiento de relaciones
diplomáticas. Dado que no se puede mantener relaciones diplomáticas y reconocer
a los dos países simultáneamente. China no lo acepta, y en eso es tajante. O,
puede entenderse como una muy inicial marcha atrás en la posición vehemente
respecto a mantener la alianza con Taiwán, cueste lo que cueste. Finalmente,
puede haber sido un ejercicio retórico que busca mantener las cosas tal como
están y seguir la relación bajo cuerdas en la escala actual, sin hacer mucho
ruido.
El problema es que hoy por hoy, la relación con
China ya no pasa solamente por las relaciones bilaterales, sino que se ha
vuelto también un asunto que se debe tratar en el ámbito de los bloques
regionales y áreas de libre comercio. En otras entrevistas concedidas por Rubén
Ramírez Lezcano, el mismo señaló otro gran pilar de la política exterior del
Gobierno de Santiago Peña. Nos referimos al compromiso con el MERCOSUR y la
importancia de la articulación de las economías del Cono Sur. Por otro lado, hay un nuevo impulso
integracionista que el presidente Lula quiere liderar, y que se expresa en
revitalizar la UNASUR. Paraguay es el único país en Sudamérica que mantiene
relaciones con Taiwán. ¿No llegará un momento en que esa excepción se volverá
inmanejable?
Inclusive, dentro del mismo discurso de
Santiago Peña, existe esa visión del MERCOSUR como “granero del mundo”, y la
necesidad de, por ejemplo, trabajar juntos para el desarrollo de una hidrovía
moderna que facilite la salida del alimento al mundo. Magno emprendimiento que
involucra un espíritu integracionista y que puede inclusive derivar en la
concesión a unas empresas chinas que tienen interés en desarrollar dicha
infraestructura.
Ya hemos visto que la lógica subregional se
impuso al interés bilateral de Uruguay de establecer un TLC con China. Tanto
Argentina, como Brasil, influenciaron la decisión China de apretar el botón de
pausa en esas conversaciones, llevando el dialogo a un asunto que involucre a
China y el MERCOSUR, siguiendo los deseos de los más importantes vecinos de
Paraguay. Esta es una situación que no va a cambiar mucho, aún si en la
Argentina hay alternancia y el Frente de Todos pierda las elecciones, ya que la
Argentina, no importa el signo político, ya está muy comprometida con China.
Es así como las ilusiones de Santiago Peña de
querer llevar adelante una política exterior protagónica se frustren ante los
desplazamientos geopolíticos actuales. Su propuesta de una relación estratégica
con Taiwán puede llegar a ser un botón de muestra importante. Y no faltan voces
internas y de sectores económicos poderosos que estarían contentos con un giro
en la posición asumida. Dejar de exportar vía terceros y aumentar los volúmenes
es al final una posibilidad tentadora, para muchos de los aliados más
importantes del Partido Colorado.
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