La sensibilidad parlamentaria

 


El marco constitucional paraguayo se destaca por la importancia que le concede al poder legislativo. Hay figuras que no son tan usuales en los sistemas presidencialistas. Como, por ejemplo, las de la interpelación, moción de censura y recomendación de remoción de un ministro. A estas se le suman atribuciones y facultades que cimientan la gravitación insoslayable que tiene el Congreso, sobre todo la Cámara de Senadores, en el equilibrio de  poderes. La pregunta es ¿por qué se dio ese resultado?

Ultima Hora 17-03-2023

La Convención Nacional Constituyente de 1992 fue, podríamos decir, un momento “estelar” de la clase política paraguaya en su conjunto. A pesar del hecho de que la ANR tenía una mayoría y hubiese podido ser más impositiva de lo que fue, el dialogo político cumplió un rol importante y el resultado fue una Constitución que perdura y ofrece garantías valoradas por una pluralidad de voces. Ese momento fundacional estuvo marcado por el protagonismo de los partidos políticos y su capacidad de obrar sin tutelas. Si bien, en la ANR se debatían las tendencias oviedistas y rodriguistas, la tónica general era la de romper con Stroessner e inaugurar un período político distinto, civilista. Tanto es así, que el propio General Andrés Rodríguez, entonces presidente de la República, no acudió a la proclamación de la nueva Constitución, frustrado porque se le habían cerrado todas las puertas a su posible reelección. Me acuerdo, como joven convencional constituyente que era entonces, de ese momento de autonomía del poder civil, que sin resquemores por haber cerrado el paso a los “hombres fuertes”, cantó Patria Querida a viva voz en el centro de convenciones del Banco Central.

Es este protagonismo de los partidos políticos uno de los factores que explica la importancia del legislativo en el marco constitucional. Reivindicando su derecho a retomar las riendas del poder político, el camino instintivo de la clase política fue mantener su capacidad de seguir marcando el rumbo de la república desde un colegiado más permanente, que vendría a ser el actual Congreso. Lo curioso, es que también hay una intrahistoria que le agregó espesor a esa opción. Nos referimos a la influencia de los constitucionalistas de la bancada liberal en ese entonces, sobre todo Evelio Fernández Arévalos y Rodrigo Campos Cervera. Sin tener mayoría, estos intelectuales tuvieron la capacidad de influenciar el proceso. Contaban con el respeto del propio líder de la bancada colorada, Oscar Paciello,  y la aquiescencia del Presidente de la Convención, Oscar Facundo Insfran.  El punto es que dicha influencia aumentó aún más la importancia del poder legislativo, porque en la experiencia de estos constitucionalistas “opositores” predominaba un cierto pesimismo político, el de que probablemente la oposición seguiría siendo tal y que era mejor mantener la fortaleza de un poder en el que ellos tendrían asegurado una participación. En la mente de estos constitucionalistas había desconfianza en el rumbo que podrían tomar los otros poderes, inclusive el Judicial, por lo que se oponían, por ejemplo, a la creación de un Tribunal Constitucional, prefiriendo una sala constitucional, más acotada en sus facultades vis a vis a la inconstitucionalidad de las leyes.

Lastimosamente, ese momento estelar se ha venido desvaneciendo y el diálogo político dio paso a la cacofonía y a las transacciones tras bambalinas, mudas y oscuras. La clase política ya no es la misma, sobre todo en la Cámara de Diputados. De ahí que una de las reivindicaciones más importantes de la actual campaña electoral es la recuperación de ese espíritu legislativo civilista, autónomo, preocupado por los destinos de la república. La elección de las listas para Senado y Diputados son claves, y uno de los pocos momentos en que el pueblo puede ejercer su soberanía. Ojalá crezca el ejercicio criterioso de cada opción preferencial en la máquina de votación. Escojamos lo bueno,

 

 

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