Diseño y destino político
En primer lugar, está el hecho de que Paraguay
no tiene un sistema de doble vuelta. El ejecutivo es electo por mayoría simple
en una sola vuelta. Considerando el número de candidatos en la competencia
electoral actual, es muy probable que el presidente sea elegido con una mayoría
simple. Con posibilidades de que sea menor al 40%. En el caso de que se mantengan los niveles de
participación electoral que se han dado en el 2008 (65.52%), 2013 (68.52%) y
2018 (61.25%), podemos especular que si hay una participación del 65% de los 4.8
millones electores empadronados y el presidente electo gana con 40% del voto
emitido podría terminar siendo elegido por 1.2 millones electores. Puede ser
menos.
Sería una victoria legitima porque así está
diseñado el sistema. No obstante, sí es motivo de reflexión, pues habrían 3.6
millones de electores que no votaron por el presidente, ya sea porque eligieron
no votar o porque votaron por otras opciones.
Este rasgo fundamental fue producto de la
transición. La oposición en la Constituyente sí quería una doble vuelta, pero
la ANR anticipaba que con un ballotage le sería más fácil a la oposición
sortear sus divisiones internas, pues podrían dar campo libre a todos en la
primera vuelta, para luego aliarse en la segunda. La anticipación que hacía la
ANR no estaba tan alejada a la realidad. Es cierto que a la oposición le ha
sido más complicado juntar las partes para una elección de una vuelta. Los actores
políticos siempre especulan con la posibilidad de que ellos podrían salir
ganadores en esa única vuelta. Les cuesta ceder el espacio antes de comprobar
sus chances. Así, pues, siempre tendremos la duda de si con el ballotage los
acuerdos, alianzas o concertaciones no serían más sólidas y duraderas.
El otro rasgo importante es la combinación de
un sistema de representación proporcional con circunscripciones electorales que
tiene un número reducido de escaños parlamentarios que llenar. Nos referimos a la
forma de elegir a los diputados por departamentos, basado en el número de
habitantes. Esto crea muchas circunscripciones con una, dos o tres bancas que
repartir. Es sólo en el caso de los departamentos más poblados, sobre todo
Central y Capital donde hay un número importante de bancas. La cuestión es que
cuando el número de escaños a llenar es tan reducido la aplicación del sistema
D’Hondt implica repartir los escaños entre los dos partidos más votados.
Difícilmente entra un tercero y menos un cuarto. Por lo tanto, en las
elecciones del 30 de abril, saldremos con una Cámara de Diputados repartida entre
el Partido Colorado y la Concertación, sobre todo liberales. Central y Capital
podrían marcar la diferencia, pero hay que ver.
Esto nos deja con la Cámara de Senadores, como
único posible colegiado con una mayor pluralidad. El problema en este caso es
que si bien hay 45 escaños que repartir en una sola circunscripción nacional,
los actores políticos deben tener en cuenta en que sí hay lugar para un
“tercero significativo”, pero difícilmente para un cuarto y quinto
significativo. La lista de la Concertación ya incluyó a representantes de las
diferentes fuerzas de la Concertación y eso ayuda, pero hay que ver cómo se
presenta el desempeño de la lista 40 de Frente Guazú y la Lista del Encuentro
Nacional. Será muy interesante si una lideresa emergente como Kattia González
puede atraer votos hacia su lista y dar una sorpresa, quitándole al FG su
espacio en el Senado. Esta sería uno de los resultados más interesantes para
observar.
Imágen: "Deep Mechanization" de Stocksy.com cintributor Evgeniy Shvets
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