Soledad Nuñez, precandidata a la presidencia en Paraguay
Hoy iniciamos una serie de perfiles de los precandidatos a la presidencia
de la república. Empezando por los precandidatos comprometidos con la
Concertación 2023. La Concertación es una figura que permite a los partidos y
movimientos políticos paraguayos acordar candidaturas comunes, acceder al
gobierno y ejercer el poder político como un conjunto de actores políticos
comprometidos con una línea política común. Por el momento, la Concertación
2023 que han acordado los partidos y movimientos de la oposición se limita a
ofrecer un espacio para acordar lo que se denomina la “chapa presidencial”, es decir,
la candidatura a la presidencia y vicepresidencia. La propuesta es que en
agosto de este año se inscriban las diferentes chapas presidenciales de los
partidos y movimientos y que estos hagan campaña para unas “primarias de la
oposición” a realizarse en diciembre 2022. De estas primarias saldrá la candidatura
a la presidencia que todos esos partidos y movimientos apoyarán en las elecciones
nacionales de abril 2023.
Para conocer mejor a los candidatos es que estamos haciendo un análisis crítico
del discurso, basados fundamentalmente en la serie de entrevistas, paneles e
intervenciones en eventos específicos en los que aparecen los precandidatos.
Esta es una ventaja que tenemos hoy los analistas del discurso, pues a través de
las redes sociales, los medios de comunicación, los diferentes y múltiples
registros y documentos que van surgiendo uno se puede dar una buena idea de lo
que piensan los precandidatos. Aunque el discurso de los candidatos a la
presidencia se mantiene usualmente en un nivel de generalidad que no le permite
al elector darse una idea muy específica de qué irá a hacer dicho candidato en
el caso de que asuma la presidencia, los caminos que abren en sus alocuciones
son en ocasiones lo suficientemente sustantivos como para visualizar el bagaje
ideológico que influye en los giros particulares que tienen cada uno de los precandidatos.
Soledad Núñez es una candidata joven, que se presenta con el apoyo de organizaciones
de la sociedad civil, coaligadas en el movimiento nacional Despertar. El análisis
de sus intervenciones en los medios, las redes, así como su discurso en el
evento lanzamiento de su candidatura nos sirven de base para hacer las siguientes
reflexiones.
Soledad Núñez, precandidata a la presidencia del Paraguay.
La precandidata a la presidencia Soledad Núñez declara no ser amiga de
las etiquetas políticas “izquierda” y “derecha”, pero si se le insiste en
definirse lo hace identificándose con el “centro”. Es una autoidentificación
muy en consonancia con lo que propone, sobre todo en las áreas de política
económica y social.
Su mensaje de cambio apunta fundamentalmente al saneamiento de la
política como actividad transformadora. Alude a una practica política capaz de lograr impactos importantes en cuanto al mejoramiento de la
calidad de vida de la gente. Con cierto tono “evangelizador” lanza interpelaciones
que buscan renovar la fe de la ciudadanía en el quehacer político y les narra
un imaginario futuro sin corrupción, crimen organizado ni prebendarismo.
Cree que una gestión pública eficiente puede hacer la diferencia y
frecuentemente se refiere a su experiencia como ministra durante el Gobierno de
Horacio Cartes, declarando que la misma le dio la pauta de cuál es el camino
para mejorar el rendimiento del Estado. En consonancia con su fe en la gestión
eficaz y eficiente se identifica sobre todo con la función ejecutiva y por ello
aspira a la presidencia y no a una banca en la legislatura. Se declara ser una
pragmática que por su formación en ingeniería busca dar soluciones a los
problemas que se le presentan.
A pesar de ese sesgo “ingenieril”, es una precandidata que articula muy
bien los temas de gobernabilidad y se prepara para ofrecer una alternativa
política en las internas de la Concertación, en diciembre del 2022. Se
identifica como una precandidata de las organizaciones de la sociedad civil y
en diferentes ocasiones menciona organizaciones que ella considera modelo, como
la organización Ciudadanía Activa de Encarnación en el Departamento de Itapúa. El
movimiento que la sustenta se llama movimiento nacional “Despertar”, cuyo
nombre, una vez más, nos remite a ese énfasis que hace la candidata en la
conciencia ciudadana, insistiendo en la formación de una nueva subjetividad, con
un marco actitudinal que rompa con el escepticismo y la falta de adhesión a la política
actual.
Tiene muy claro los pasos que hay que tomar para desarrolla su campaña
electoral y, entre los candidatos, es la única que habla de una plataforma de
financiamiento abierta a las pequeñas donaciones al estilo de las campañas de
generación de recursos muy en boga en los Estados Unidos. Por su experiencia en
la ONG Alma Cívica, conoce también de control electoral, y enfatiza la
importancia de llegar al día de las elecciones con funcionarios de mesas,
veedores, apoderados y voluntarios en cantidad.
Aparece como una idealista de la política, aunque eso no le impide de
cuando en cuando matizar sus expectativas con llamados al realismo, diciendo
que las cosas no se pueden cambiar totalmente en un solo período presidencial. No
obstante, y en el marco de ese idealismo que mencionamos, se encuentra su
constante llamado a transformar la política para obrar en función al “bien
común”. Se propone como una agente de la construcción de consensos amplios,
basados en principios muy generales, que sólo dejarían afuera a los corruptos, los
narcos, y aquellos que usan los poderes del Estado en beneficio de sus
intereses económicos. Por lo general en sus intervenciones evita presentarse
como una candidata que toma posición por un lado u otro de intereses socioeconómicos
contrapuestos. La noción de clases sociales no aparece en el discurso y si bien
en un momento dado habla de la necesidad de cambiar “el modelo”, uno queda en
la incertidumbre si se refiere al modelo del Estado prebendario, corrupto o si
se refiere al modelo agroexportador extractivista basado en la explotación no
sostenible de los recursos naturales, o al modelo neoliberal.
No toca el tema de la concentración de la propiedad de la tierra. Cuando
se le preguntó sobre la política fiscal, coincidía con el precandidato del
Partido Colorado, Santiago Peña, en que no era el momento de tocar los
impuestos. Con mucha elegancia evitó el tema de un sistema tributario
progresivo, aunque si abrió la posibilidad de eventualmente abrir un debate
nacional sobre el “espacio fiscal”. Esto coincide con su insistencia en enfocarse
en mejorar la gestión de lo que hay. Para ella, mejorar la gestión pública
tiene sobre todo que ver con una mejor asignación de recursos, que vaya de la
mano con una reforma del Estado en la que se dé una “repriorización del gasto público”
y sobre todo una mejora urgente en la eficiencia administrativa y la
optimización del uso de los recursos disponibles.
Hasta ahora, la precandidata ha sido bastante efectiva en evitar temas
controversiales. Así como desvió el tema de los impuestos, también evita de
manera bastante sistemática salirse de un nivel de generalidad tanto en su narrativa
sobre la situación del país como también en lo que concierne a su visión de
país. En las cuestiones de género, por ejemplo, se limita a tocar los temas
“seguros”, como el de la participación de la mujer en la política, la igualdad
entre varones y mujeres y la eliminación de la violencia contra las mujeres. Nada
ha dicho sobre los más problemáticos temas de educación sexual integral,
embarazo no deseado, discriminación de la población LGBTI, etc.
Su mensaje muchas veces se parapeta en lo que podríamos llamar “la
política que tranquiliza los mercados”. Es una ferviente y entusiasta defensora
del emprendedurismo; enfatiza que fue la pequeña y mediana empresa la que
mantuvo la economía flotando durante la pandemia; que lo importante es una
política que mejore el “capital humano” de la gente para que aumente la
productividad; que haya seguridad jurídica para los inversores; que es
necesario mejorar la imagen del país para atraer a las inversiones y generar
empleo, etc.
No se olvida de las poblaciones en situación de vulnerabilidad, pero las
ve saliendo de la pobreza y la marginación sobre todos mediante el empleo
digno, el emprendedurismo y una política social muy en línea con lo que se está
implementando en el país desde la primera década de este siglo. Es decir, políticas
sociales compensatorias, orientadas a paliar la extrema pobreza y ofrecer
oportunidades para mejorar las condiciones precarias de existencia de los más
pobres.
Se pone mucho del lado de los jóvenes, haciéndose eco de los llamados a aprovechar
el bono demográfico que es aún una posibilidad en Paraguay. Cree, sin mucha
base, que los jóvenes tienen un ansia de cambio y que inevitablemente serán
atraídos por el mensaje que ella enuncia, como la precandidata más joven (39). Aparenta
carecer de una noción más de “juventudes” en plural, tomando conciencia que no
hay una juventud, hay muchas y viven en muy distintas situaciones, con muy
distintas aspiraciones.
A pesar de su apego a las generalidades que no la comprometen o
arriesgan llevarla a temas controversiales, es capaz en ocasiones de demostrar
ciertos intereses en política pública que son importantes. Su aseveración sobre
la posibilidad de explotar mejor las bondades de la Ley de la Función Pública
apunta a una de sus preocupaciones centrales, que consiste en construir una
carrera civil tecno-burocrática y meritocrática, que gestione el Estado bajo la
dirección política de los gobiernos de turno, pero resguardada de los vaivenes
políticos coyunturales. Por otro lado, a partir de su conocimiento sobre
vivienda, hábitat y urbanismo, insiste, con razón, que el proceso de
urbanización y la gestión urbana pueden constituirse en sectores de anclaje de
una serie de iniciativas de políticas adicionales relacionadas con el desarrollo
sostenible, la movilidad eléctrica, la accesibilidad de los servicios, entre
otros.
En perspectiva, lo que nos deja Soledad Núñez, como precandidata es cierta
confianza en lo que se refiere a su capacidad de articular una propuesta
moderna de mayor eficiencia y eficacia en la gestión pública. Una “democracia
de resultados” como le gusta decir a ella. Aunque su imagen es la de una persona
en esencia honesta, de espíritu idealista, con buenas intenciones, la pregunta
es si tiene el equipo como para hacer efectivas las transformaciones que
propone. Ella dice representar una nueva “estructura política”, la de las
organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía. En ese sentido, claramente
se posiciona como política en el llamado “tercer espacio”, independiente. El
problema es que lo hace en un escenario en el que dicho espacio es muy
disputado, tanto a la izquierda como a la derecha. De dónde provendrán sus
argumentaciones más específicas respecto a lo que hay que hacer en los distintos
sectores es un misterio, considerando la gran dispersión que hay en el tercer
espacio.
Su afán por ser conciliadora la puede, además, llevar a contradicciones
importantes. Nos llamó la atención que habló de incrementar el intercambio
comercial con China, pero sin romper relaciones diplomáticas con Taiwán, o, también,
mantener una cierta perspectiva desarrollista en base al modelo neoliberal
actual, pero luego también habla de una transición al desarrollo sostenible. Se
distancia claramente de la corrupción y del prebendarismo, pero también le
llegará un momento de tomar posiciones en otros temas que no sean tan obvios.
Su discurso nos da pautas de que pretende hacer una reforma del Estado,
como ya mucho se ha intentado. Aquí obviamente entrarán a tallar las otras “estructuras”.
Aquellas que son aún más persistentes que las estructuras partidarias y que están
empotradas en los distintos sectores. Además, el hecho de que su eventual
presidencia (una distante posibilidad en este momento) probablemente no vaya acompañada
de una mayoría parlamentaria, concita la pregunta de cómo puede hacerse de la
necesaria musculatura política como para encarar el tema de la reforma del Estado.
Queda por conocer un poco más sobre sus equipos. ¿Quiénes son? ¿Qué piensan?
Hace poco, en uno de los programas de ABC, López Perito, ex secretario de la
presidencia de Fernando Lugo declaró estar apoyando la candidatura de Soledad Núñez.
Nos pareció significativo que lo haya dicho. ¿Es una pista?
En todo caso, la precandidata sí presenta un discurso moderno, argumentativo,
con claras indicaciones de estar al tanto de estado del arte de ciertos debates
sobre política pública. Eso la coloca en un lugar más positivo que negativo, y,
tal como lo declara ella, si no fomentamos y damos la bienvenida a personas que
con estas características quieran asumir las riendas de la república, las cosas
irán de mal en peor. El liderazgo político nacional requiere de este tipo de renovación.
Buen analisis. Bienvenidos los insumos d Sole, q urgen complementos dentro d la Concertación. En particular fuerza parlamentaria y judicial experimentada pa controlar la corrupción omnipresente. Asi podrá adoptarse una estrategia d desarrollo sostenible
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