Medidas Populares

 




En la actual coyuntura política los mensajes sobre qué hay que hacer para lograr el cambio, estar mejor o fundar una nueva república están a la orden del día. Con frecuencia el enfoque con el que encaramos las conversaciones sobre el futuro del país se basa en una lógica económica muy conocida. Hay que fomentar la inversión para que la economía crezca y generar puestos de trabajo. Indudable, nadie puede rebatir dicha argumentación. Queremos crecer y generar puestos de trabajo, porque el trabajo es el medio mediante el cual la gran mayoría de la gente obtiene un ingreso y puede así cubrir sus necesidades.

Cuando hablamos del trabajo, el ingreso y cubrir las necesidades estamos hablando de la aspiración más común. Es la única alternativa que la mayoría de la gente tiene. Desde los profesionales hasta los trabajadores por cuenta propia, todos, tenemos un único activo del que podemos disponer para cubrir nuestras necesidades. Es nuestra fuerza de trabajo, la que llevamos al mercado laboral de manera cotidiana. Pueden ser nuestras habilidades, nuestros conocimientos, nuestra fuerza física, nuestro talento. Esas son nuestras únicas joyas.

Sin embargo, no todos los trabajos logran generar el ingreso necesario para cubrir las necesidades. En Paraguay existe una suerte de gran división. Existe una población minoritaria que tiene un trabajo decente, aquellos que tienen un empleo formal en el sector privado y que contribuyen a IPS y aquellos que trabajan en el Estado y aportan a los distintos programas de la Caja Fiscal u otros. No son ricos, son una clase media, y su seguridad social deja mucho que desear en términos de calidad, pero logran tener una vida.

 Hay, obviamente, una élite pequeña que tiene empresas, ganancias y patrimonio, que se maneja a otro nivel y tiene un bienestar asegurado por la via privada. Después, está la mayoría, que no tiene un trabajo decente, que se debate en la informalidad y que en algunos casos apenas llega al salario mínimo. Ahí está el meollo de nuestros infortunios. Si elegimos ocuparnos del destino del pueblo paraguayo, no podemos pensar sólo en dar trabajo a la gente, como una dádiva que concedemos, sino un trabajo decente, uno que les asegure cierta protección social a ellos y sus familias. Seguro, aquí saltaran los que piensan estamos soñando con un mundo ideal, pero no, es un norte que debemos tener como derrotero.

Finalmente, cuando pensamos en ese trabajador, no debemos pensar que él o ella trabaja para sí, sino que es un proveedor. Tiene dependientes, quiere educar a sus hijos, necesita cuidar de sus padres mayores, tiene un hermano desempleado, una sobrina discapacitada. Para eso sirve el ingreso, pero cuando es tan magro, se requieren apoyos, políticas sociales. En estos momentos, los principales apoyos y más urgentes tienen que ver con la seguridad alimentaria. Es ahí donde entra la pensión alimentaria del programa Tekopora, la pensión alimentaria del adulto mayor, el programa de alimentación escolar y las ollas populares o comedores. Con gran éxito se aprobó la Ley 6945 de comedores en julio 2022, pero al final todavía no se ejecutó el presupuesto y el poder ejecutivo no ha reglamentado la ley. Eso es urgente, una medida popular posible y presupuestada.

 

 Ultima Hora - 11-02-2023

Foto: Antonio Palmerini



[1] Politólogo. Coordinador académico del programa FLACSO Paraguay. Ex director regional para América Latina y el Caribe del Fondo de Población de la ONU.


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