La Concertación Progresista y la Alternancia, en Paraguay - Esteban Caballero

 

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Una vez pasadas las elecciones municipales en Paraguay, las distintas fuerzas políticas se han puesto a proyectar su actuación en las elecciones nacionales venideras, previstas para el 2023, pero con internas o primarias que se realizarán en 2022. El partido de gobierno, la ANR o Partido Colorado, pareciera encaminarse hacia una interna en las que se debatirán opciones bien definidas, con el movimiento cartista presentando su candidato a presidente, Santiago Peña, y, por el otro lado el actual vicepresidente de la República, Hugo Velázquez. En el campo de la oposición, en cambio, el panorama está más confuso, y es sobre ese punto que nos parece importante opinar.

Uno de los puntos que siempre surge en el debate al interior de la oposición es el de cómo acumular el suficiente peso político-electoral como para poder ganarle al Partido Colorado, y así lograr la tan anhelada alternancia. Preocupación sumamente válida, pues en un sistema de partidos con un partido predominante, como lo es la ANR, el desafío de la alternancia requiere conjugar esfuerzos y forjar alianzas con antelación, sobre todo para un escenario en el que la sucesión presidencial, y de gobernadores se define por mayoría relativa en una sola vuelta.

El problema, desde el punto de vista de las fuerzas políticas progresistas, es que en esa discusión siempre se plantea una suerte de disputa entre dos valores políticos claves, como lo son, por un lado, la alternancia y la derrota del Partido Colorado, y, por el otro, el planteamiento de una propuesta progresista coherente y digna de ser llamada tal. Esas dos cosas no siempre pueden conjugarse. Por ello nos preguntamos si en esta ocasión, ante dicha dificultad, el dilema para las fuerzas progresistas en vistas al 2023 sea el de hacer una ruptura con lo que ha sido históricamente el valor guía, el de la supremacía de la alternancia.  Obviamente, no queremos implicar que la alternancia no sea importante. Lo seguirá siendo, pero subordinada al valor de tener una noción clara del para qué, con un diseño que le ofrezca a la ciudadanía una propuesta progresista concreta, llegando a las elecciones, si necesario, como una tercera opción válida.

Hay dos factores intervinientes en esta reflexión sobre las alternativas que tiene la oposición progresista. Por un lado, la dinámica interna del PLRA que sería su socio natural en el caso de priorizar la alternancia por encima de la propuesta programática. Por el otro, su capacidad real de lograr una concertación política progresista que sume y estructure un mundo muy complejo de liderazgos y sensibilidades. Las elecciones municipales en Asunción nos dieron ciertas pautas de cuáles son las amenazas para las fuerzas progresistas. Por un lado, un PLRA que opta por una propuesta claramente neoliberal como lo fue Nakayama, por el otro, una izquierda que priorizó un diálogo programático, pero que se presentó totalmente fragmentado.

Todo indica, que para el 2023, el PLRA, o sus principales movimientos, no querrán priorizar un compromiso programático, sino que preferirán mantenerse dentro de un esquema de cierta ambigüedad, favoreciendo el statu quo en cuanto al modelo de desarrollo actual, con un fuerte aditamento “anti-corrpución”. De hecho, uno puede imaginar más fácilmente una alianza de centroderecha que involucre al PLRA, que un escenario con una propuesta de centroizquierda. Las épocas del liberalismo progresista, enarbolado por movimientos como Cambio para la Liberación, parece haber quedado en el pasado.

Ante eso, la construcción de una alternativa progresista se vuelve necesaria, pero el problema aquí es doble, por un lado llegar a término con un propuesta progresista de centro-izquierda viable para un país tan conservador como lo es Paraguay, y al cuál se adhieran las mayor cantidad de entidades y liderazgos que se autodenominan progresistas. Ello implica priorizar desde ya esos dos puntales, trabajar los términos de la propuesta programática y construir lo que según la legislación paraguaya se denomina “una concertación”.

El riesgo evidentemente es que el Partido Colorado continue en el poder. Sin embargo, desde un punto de vista más bien práctico, cuál podría ser la gran diferencia con un cambio de mando, cuyas finalidades son poco claras y con liderazgos cuyos antecedentes no necesariamente nos lleven a un cambio cualitativo y significativo en aquellas políticas públicas que afectan nuestras vidas como ciudadanos.  Ante un escenario como ese, “el cambio” puede seguir siendo un mero recurso retórico. En cambio, construir una concertación progresista más solida que sobreviva la coyuntura electoral, puede tener mayores réditos en el mediano plazo.


Comentarios

  1. Clave construir alianzas q vayan mas alla d la proxima eleccion y muestren logros en el dia a dia

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