Reproducción y producción, desde la experiencia de la pandemia - Esteban Caballero

En este período de cuarentenas, ordenes o exhortaciones a permanecer en casa, que se han dado en diferentes países, uno de los temas de discusión y análisis ha sido la cuestión del cuidado, sobre todo de niños. Las familias, padres, madres, tutores, han tenido que compaginar de manera imprevista y muy súbita un cambio en el manejo de los cuidados, Clases en línea, actividades de distracción, juegos, etc.
Por lo que estamos observando en términos del aumento de casos de violencia doméstica, intra-familiar y basada en género o contra la mujer, el proceso de ajuste y acomodamiento no siempre ocurre con una coresponsabilidad de género, tanto en hogares en donde ambos padres trabajan o donde uno de ellos lo hace. La línea se ha puesta tensa. Sin por ello querer minimizar la importancia de la enorme cantidad de parejas y entornos familiares que logran acordar un modo equitativo y humano de hacer el trabajo del cuidado en estos tiempos excepcionales. Esto incluye también el tema de que con la cuarentena y otro tipo de restricciones muchas familias se han visto sin poder recurrir a la colaboración de adultos mayores, abuelos y abuelas, que por lo usual desempeñan un trabajo no remunerado de apoyo doméstico y de cuidados que puede marcar la diferencia para adultos jóvenes comprometidos con lograr un sustento para los suyos en el mundo del trabajo.
Así como en el caso de muchos otros temas, la pandemia ha tocado un punto que ha sido ampliamente discutido, pero que ahora se hace más patente. Me refiero al hecho de que lo que prodríamos llamar la "vida productiva", el mundo del trabajo, el comercio, la educación formal, etc, está muy estrechamente a la "vida reproductiva", todo ese conjunto de acciones que debemos hacer, usualmente a nivel domestico, para reproducirnos, descansar, alimentarnos, cuidar nuestra salud e higiene, cuidar a los niños, los mayores y lo enfermos, mantener nuestro habitat, hacer el amor, tener hijos, etc. Para que el lado productivo funcione bien, hay que ver que el lado reproductivo lo haga bien también. Son dos caras de la misma moneda, aunque no siempre ello ha sido considerado de ese modo. Por ejemplo, el trabajo explotador de siglos pasados, esas fábricas que hacían que sus trabajadores trabajasen 12 o 14 horas en condiciones insalubres, y donde no había mucha preocupación por las condiciones en que vivían esas personas cuando no estaban en la fábrica. Los campos de trabajo forzado, donde se usaba al ser humano como una herramienta, se lo explotaba hasta que muera de fatiga y se lo reemplazaba por otro, sin ningún resguardo por sus condiciones de reproducción.
Si bien los enfoques respecto a este tema han estado bastante sesgados por las perspectiva de género, donde el modelo patriarcal, ha considerado el ámbito reproductivo como el ámbito de la mujer y el productivo como el ámbito del varón, la realidad es otra. La participación de la mujer ha cambiado radicalmente la realidad y hoy por hoy una visión de ese tipo es sólo una valla en el camino de aquellos que quieren optimizar esa relación producción-reproducción. Es por ello que es importante insistir en que la productividad, capacidad e impacto del trabajo, en todas sus formas, manera está muy estrechamente ligado a la condiciones sociales de reproducción.
Uno de los aspectos claves que ayudan a administrar mejor la relación producción - reproducción es el tema de la educación y el rol de la escuela, y los horarios. Los horarios de 6 a 8 horas, la merienda escolar, inclusive la apertura de la escuela para actividades extracurriculares, todo eso ha sido de una enorme ayuda para las familias en los que ambos padres trabajan, y que no cuentan con apoyo domestico. De ahí que para los trabajadores de servicios esenciales en varios países atravesando el tema de las medidas del distanciamiento social, se han tenido que abrir centros educativos especiales para colaborar con el cuidado de los niños de esos trabajaodres esenciales. Por ello también, en las actuales discusiones que se hacen sobre cómo volver a la normalidad por fases, se habla de la necesidad de abrir escuelas para poder volver al trabajo, por que ambas cosas están ligadas, ya que no pueden los adultos ir al trabajo sin solucionar el tema del cuidado de los niños.
Es por esto que nos llama la atención que en el Paraguay se está hablando de volver a la normalidad por fases, en un esfuerzo encomiable y ejemplar, pero la apertura de escuelas no figura como parte del proceso, sino que se esta dejando sin definición. Pareciera ser que hay un presupuesto de que la trabajadora tiene siempre una empleada domestica que se ocupa de los niños? Nos parece que se debería hace un análisis y proyección más integral de lo que significa el retorno al trabajo, ubicando la escuela como una pieza clave en ese rompecabezas, que sabemos es complejo, pero que aún, puede no estar completo sin el complemento de los cuidados y la perspectiva de género.

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